Actualmente la relación con los grupos de interés de una compañía resulta uno de los desafíos mas importantes a los que las empresas del siglo XXI se van a tener que enfrentar y solventar con éxito si quieren asegurarse una continuidad de negocio, en lo que respecta/engloba a una sostenibilidad financiera, social y medioambiental en el corto, medio y largo plazo.
Es evidente el cambio organizativo y funcional que las empresas han sufrido en los últimos 25-30 años y que van a seguir teniendo durante la próxima década. El cambio más claro es el paso de una estructura de “procesos” a una estructura de “funciones” y el ejemplo para ilustrar este cambio se encuentra en la biología. Si asemejamos cada uno de los departamentos a los distintos órganos de un ser vivo, como el corazón o el hígado, observamos como éstos cumplen los objetivos (funciones), basándose en la colaboración entre ellos. Por ejemplo, no podríamos respirar únicamente con los pulmones, sino que es necesaria la acción conjunta de ellos con el corazón, las arterias y el sistema inmunológico, ¿No?.
Las empresas se dirigen hacia este nuevo paradigma organizativo donde las funciones requieren de la colaboración de distintos miembros de los departamentos de la compañía, para así lograr una mayor eficiencia que permita alcanzar los objetivos. El propósito de este artículo es presentar a los grupos de interés como la media naranja de la empresa, entendida como un ser vivo.
Una vez que tenemos definida la entidad como ser vivo, podremos analizar el conjunto de los grupos de interés como la pareja perfecta, dispuesta a sobrevivir en un entorno complejo y cambiante.
Los distintos grupos de interés (que dependerán de cada compañía), vistos desde un punto de vista biológico, son los órganos que componen la pareja sentimental de la empresa con los cuales está conectada mediante múltiples flujos de comunicación: email, teléfono, redes sociales, noticias, Newsletter o reuniones, entre otros. Éste flujo de información sirve para atender una serie de necesidades que se pueden clasificarse en una parte monetaria y una parte sicológica-emocional.
En el área monetaria podemos incluir el pago de impuestos a tiempo, la transparencia y legitimidad de cuentas o una retribución justa a los empleados, entre otros. Por otra parte, en la parte sicológica y emocional algunas de las acciones pueden ser, por ejemplo, el desarrollo de planes estratégicos conjuntos con proveedores, comunicación continua y bidireccional con clientes y programas de formación a empleados.
Es importante destacar los beneficios que surgen a raíz de satisfacer estas necesidades, ya sea una mayor productividad de los empleados, un incremento en la reputación de la empresa o una mayor capacidad de innovación fruto de la relación con los proveedores.
Un punto importante a destacar y que no afecta a la empresa de forma directa ,pero que debe ser tenido en cuenta, es la relación entre los distintos órganos de su pareja,su media naranja, como puede ser por ejemplo el vínculo entre los proveedores de la compañía y la administración. El tener presente estas relaciones y conexiones favorecerá a la compañía en la toma de decisiones y en su estrategia.
En resumen, la sostenibilidad de las empresas implica tener una pareja estable que permita construir una línea de progreso para sobrevivir y perdurar en el tiempo. Esta pareja es el conjunto de todos los grupos de interés, o como me gusta a mi llamarla, su media naranja.