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Leyendo el artículo No es RSE… escrito por Mario Alonso Ayala (presidente de Auren), y publicado en Compromiso RSE y a la vista de otros artículos a los que me voy a ir refiriendo, consideré oportuno compartir esta reflexión: La RSE no es una carrera de 100 metros.

A los que nos gusta el deporte sabemos que no es lo mismo una carrera de 100 metros que una maratón. En la primera, la velocidad es fundamental y llegar primero a la meta es el objetivo principal. En cambio la maratón es una carrera de resistencia y en muchas ocasiones el objetivo es tan solo llegar a la meta.

Personalmente creo que el camino de la RSE se asemeja mucho más al de una maratón o incluso si alguno quiere, a una carrera de obstáculos, pero nunca será una carrera de 100 metros. Lo importante es participar y alcanzar la meta, ganar o no ganar esta no es la cuestión, con la RSE ganamos todos!

La naturaleza de la RSE como todos sabemos, es multidisciplinar y su carácter es transversal en toda la organización. Para cualquier empresa que desee integrar la RSE en su modelo de gestión, debe ser consciente de que no es una labor fácil y que requiere de una serie de pasos que permitan salvar obstáculos y avanzar para poder alcanzar la meta.

Puede ser cierto que algunos, como nos indica Alberto Andreu en su artículo Y al final, la Acción Social desplazó a la RSC, “consideren que la filantropía empresarial ha secuestrado su verdadera naturaleza y difícilmente cabe esperar que la RSC se pueda llegar a incorporar como una palanca de creación de valor…..”

Pero por cierto, ¿Una palanca de creación de valor para quién? ¿Cómo se mide la creación de valor que aporta la RSE? Quizás sería positivo recordar el concepto de valor compartido como un elemento estratégico, tal como apuntaba Michael Porter y Mark Kramer en la Harvard Business Review bajo el título “Creating Shared Value”.

Mi opinión es que no hacemos ningún favor a la RSE, si alimentamos el debate de su naturaleza o algo mucho más básico como podría ser su nombre, que por otra parte las propias instituciones públicas -actores principales para el fomento de la RSE- no parecen discutir (tan solo hay que ver la estructura orgánica del Ministerio de Empleo)

En este sentido estoy de acuerdo con Helena Ancos cuando escribe en su artículo El mapa de la RSE no es su territorio, publicado en Diario Responsable: “La Historia de la RSE no debe repetirse: tenemos que avanzar aprendiendo de nuestros errores y aprovechando las experiencias positivas como palancas de cambio. No son necesarios más debates terminológicos sino debates sobre los mecanismos útiles a nivel macroeconómico, a nivel empresarial y a nivel ciudadano para incentivar las prácticas responsables.

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