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Hace unos días estuve en un médico por un tema menor de salud. Empezamos a hablar sobre varias cosas y, en un momento, al hilo de los costes sanitarios, salió el tema de la emigración: “Claro – me dijo-. Aquí hemos pagado operaciones a cualquiera de fuera y así nos va”. Y, para referirse a “los de fuera” (personas procedentes de América Latina, centro Europa o del Magreb ) utilizó todo tipo de descalificaciones que omito por lógico pudor.

Y esa conversación me trajo a la cabeza una noticia publicada el pasado 8 de octubre en el Diario El País:“580.850 personas se van de España”. En ella, según información del Instituto Nacional de Estadística (INE), se destacaba que la emigración superaba este año a la inmigración por primera vez en décadas. La crisis económica está en el centro de estas cifras.

Y una noticia me llevó a la otra y recordé un libro publicado por la Fundación Largo Caballero en 2006, bajo el título “De la España que emigra a la España que acoge”,  que mostraba la evolución española en los últimos cincuenta años en cuestión de emigración. Y pensé: “Ay, ¡qué poca memoria tenemos!” ¡Si sólo hace unas décadas éramos un país de emigrantes!

Ahí nació este post: para poner en la mesa que ahora, cuando muchos españoles tendrán que emigrar, quizá tengamos que hacer un ejercicio de autocrítica: ¿No es cierto que los españoles hemos mirado un poco por encima del hombro a aquellos jóvenes que venían buscando un futuro mejor? ¿Acaso no recordamos esas expresiones “cariñosas” con las que muchos calificaban a los ciudadanos de América Latina, centro Europa o del Magreb?

Pues bien. Quizá ahora nos toque a nosotros empezar a salir de España. Los datos son muy significativos: de seguir esta tendencia, en 2021 la población se situará en 45,5 frente a los 46,1 millones actuales; la salida de 580.850 personas  -la mayor de los últimos años- duplica la ocurrida en 2008 (266.460 personas); y 10% de quienes empiezan a salir son ya españoles, frente al 90% de extranjeros.

Sin embargo, hace solo unos años las cosas eran muy distintas. Hace solo tres años, el INE preveía que España alcanzaría los 49 millones de habitantes en 2018, consecuencia de la bonanza económica. Por eso, el “abstract” del libro “De la España que emigra, a la España que acoge” resumía así su contenido:

“Los españoles también fuimos inmigrantes. Es más, también fuimos inmigrantes ilegales. En busca de un futuro mejor. España ha cambiado tanto, que hoy nos cuesta reconocernos en la mirada de esos otros, los que hoy vienen a nuestro país con idéntico propósito, con la misma historia a cuestas que, hace apenas unos años, portaron consigo millones de hombre y mujeres españoles. En torno al 50% de españoles emigraron de manera ilegal, y regularizaron su situación una vez en el país de destino. Con el tiempo progresaron y la sociedad que les vio llegar como trabajadores acabó por reconocerles como ciudadanos”.

Pues bien, hoy todo ha cambiado. Además, hay que añadir otro dato clave: en España, la tasa de desempleo jóvenes menores de 25 años alcanzó el 43,5% en febrero de 2011, frente al promedio del 20,4% de Europa, según recoge el Instituto de Estudios Económicos (IEE) a partir de datos publicados por Eurostat.

Todos estos datos, en definitiva, nos muestran una realidad. En España se volverá a emigrar. Y, sobre todo, emigrarán los jóvenes, en busca de nuevas oportunidades. Muchos de ellos emigrarán en mejores condiciones porque, posiblemente, estemos ante la generación de jóvenes más y mejor formados de los últimos tiempos. Pero, no todos tendrán esa suerte, porque el 31,2% de los jóvenes españoles entre 18 y 24 años ha abandonado sus estudios sin finalizar la enseñanza secundaria, según reconoce la Comisión Europea en su Comunicación al Parlamento bajo el título “Abordar el abandono escolar prematuro: una contribución clave a la agenda Europa 2020”. La media europea se sitúa en el 14,4%.

Y emigrarán. Y lo harán hacia Inglaterra, hacia Alemania, hacia Suiza, hacia Dinamarca, hacia Francia. Y,quizá, en esos países nos volverán a meter en el paquete de los PIGS (Portugueses, Italianos, Griegos y Spanish). Y, quizá también, lamentablemente, nos miren por encima del hombro, como si en torno a nosotros se hubiera creado una especie de profecía autocumplida: “con razón les llamábamos PIGS: ves cómo están llevando a Europa al averno?… si ya lo decíamos nosotros”.

Dicen que, detrás de cada crisis, se esconde una oportunidad. La nuestra no es otra que mirar definitivamente de otra forma a quienes llegaron hace años a España buscando su oportunidad (y cotizando a las arcas del Estado, no olvidemos eso). Porque volveremos a emigrar. Así que más vale que recuperemos un poco la memoria y sepamos que nuestros abuelos (no hace tanto tiempo) tuvieron que salir del país en busca de un futuro mejor. Y no lo pasaron bien. Y si no me creen no hay más que ver a Juanito Valderrama, quien, en 1959, lanzó “El Emigrante”, quizá el principal éxito discográfico del artista.

Tengamos en cuenta estas cosas a partir de ahora. Creo que es una pequeña lección positiva que podemos sacar de esta crisis

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