Algo se debe estar moviendo (¡y esperemos que en la buena dirección!) cuando Barclays, Credit Suisse, UBS y Unicredit hacen público que van a estudiar conjuntamente cuál puede ser la aplicación concreta de los Principios de derechos humanos de Naciones Unidas en el sector bancario. Algo está sucediendo también cuando un Gobierno del Sur, el de la República Democrática del Congo más concretamente, publica una circular en la que informa a las empresas implicadas en la explotación y comercialización de minerales que serán sancionadas si no aplican las recomendaciones de la OCDE sobre minerales procedentes de países en conflicto.
Algunas tendencias relativas a la exigencia de una mayor transparencia parecen afianzarse cuando la Comisión Europea anuncia que revisará la Directiva sobre Transparencia para obligar así a las empresas extractivas que cotizan en bolsa a hacer públicos los pagos que efectúan en países ricos en recursos naturales, pero pobres en desarrollo humano. Estos son tres ejemplos prácticos de algunas de las tendencias que recoge la nueva Comunicación de la Comisión Europea porque, de hecho, la gran virtud de la Comunicación es quizás éste, el de plasmar quién y cómo se está empujando a la RSE y qué dirección se está tomando.
La primera tendencia, aún muy difícil de ver en España a excepción de algún caso aislado, consiste en que empresas de un mismo sector se alíen para compartir sus experiencias, errores y éxitos en políticas de derechos humanos. Lamentablemente las reglas de la competencia son todavía más poderosas que las enormes ventajas del trabajo cooperativo. La otra es que directrices voluntarias, como las de la OCDE, se conviertan en obligatorias para determinados sectores o en determinados contextos, algo a lo que también apunta la comunicación en varias ocasiones cuando abre la puerta a legislar de manera complementaria y ad hoc en aquellos casos en los que se considere necesario. El tercer ejemplo muestra otra corriente creciente en la actualidad, la de la exigencia de mayor transparencia en la rendición de cuentas, tanto por parte de organismos multilaterales como por parte de entidades de inversión.
Finalmente, la Comunicación refleja la madurez que están adquiriendo los derechos humanos en las estrategias de RSE y muestra cómo éstos configuran, de hecho, los meridianos de las políticas de responsabilidad social. En este sentido la Comunicación se alinea (lo que era previsible) con los Principios de derechos humanos de Naciones Unidas al otorgar una gran importancia a la necesidad de identificar, prevenir y mitigar los impactos negativos de las empresas, tanto dentro como fuera de la UE. Han hecho falta diez años para llegar hasta aquí, quizás demasiado tiempo.