Jose Illana Carracedo
Hace tiempo alguien me preguntó sobre que opinaba de la teoría del decrecimiento, esta teoría propone reducir el consumo como clave para garantizar nuestra supervivencia en un espacio, la tierra, finita y con recursos limitados.
Mi respuesta a esa pregunta fue que no creía en dicha posición aunque si considero que la sociedad de consumo tal y como la estamos viviendo no va a ningún sitio, sobre todo si este modelo se extiende, como lo está haciendo a países en vías de desarrollo o nuevas potencias económicas como puede ser China o India.
Si creo en el desarrollo local, asociado a micro estructuras que aportan valor en las comunidades. Este sistema permite la creación de riqueza a nivel local fuera de conceptos como economías de escala o especialización en los sistemas productivos.
Estos conceptos están la base de un sistema de crecimiento que ha dejado de lado el desarrollo de una sociedad donde el individuo es el protagonista para, éste, pasar a ser una herramienta más de un sistema que, en primer lugar, busca maximizar la productividad de cada uno de sus recursos.
Esta realidad llevó a construir una visión del mundo mecanicista y mercantilista donde con el paso del tiempo las regiones pasaron a ser meras fuentes de materias primas, centros de producción o mercados de consumo gestionados por grandes organizaciones recogiendo el testigo de los Estados, modelo que tiene su origen en el comercio, allá por la época de los fenicios y está detrás muchas aventuras, como en descubrimiento de América o el propio colonialismo.
Viviendo en occidente nos podíamos sentir cómodos en este modelo y como tal no hacía falta cambiarlo, seamos honestos. Lamentablemente ese, maximizar los recursos, se extendió al propio capital, y esa teoría llevo a separar la economía real , injusta pero tangible, de la economía financiera, intangible y muchas veces especulativa.
Todo esto ha ido asociado a una cada vez mayor concentración de poder económico que ha llegado a trascender al poder y autoridad de Estados u organismos supranacionales.
Si has llegado hasta aquí, bienvenido. Te invito a preguntarte, y por qué no tratar de recuperar nuestro protagonismo, el real, esa necesidades reales que tienen nuestros vecinos, nuestros conciudadanos. Sí, ya no somos autosuficientes, pero eso no quiere decir que no podamos volver a serlo.
El consumo local y la producción local nos hace libres de fuerzas que no dominamos, nos permite reducir el consumo energético derivado traslado de mercancías incluido nosotros mismos. Y quizás nos ayude a conocer mejor a nuestro vecino y a nosotros mismos.
Curiosamente Internet puede ser una herramienta perfecta para unir y aportar valor a estas comunidades. Quién sabe, quizás nos ayude a globalizar esta teoría, que no es nueva.
Invito a las empresas a revisar sus modelos de RSC, que no entiende nadie, para preguntarse: ¿ qué puedo hacer por aportar valor en la sociedad donde estoy implantado?
De ciudadano a ciudadano, vamos a construir un mundo mejor.