Lo que elegimos cada día para vestirnos tiene un impacto en el planeta. La producción textil es la responsable del 20% de la contaminación mundial de agua potable. Cada persona europea consume un 40% más de ropa en comparación con 1996, además, se estima que, al año, compramos 26 kg y desechamos 11 kg de productos textiles. La industria de la moda está muy señalada: es responsable del 2% al 8% de las emisiones mundiales de carbono y los textiles ya representan el 9% de los micro plásticos liberados a los océanos anualmente. Con el objetivo de frenar estas prácticas, nació la Alianza de la ONU para una Moda Sostenible. Una organización que busca unir a diferentes actores para que la moda sea un motor a favor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El Pacto Mundial de las Naciones Unidas ha publicado recientemente un informe en el cual indaga sobre esta temática. Según el documento, más de 7 de cada 10 materiales que entran en la industria textal terminan quemados o en la basura. A lo que habría que sumarle el 12% de los lotes defectuosos que nunca llegan al mercado. Después de su uso, sólo el 15% se reutiliza o recicla. Un escenario que alienta el cambio climático.
No caben dudas de que para cumplir con la Agenda 2030, el sector textil debe vivir una auténtica transformación. El modelo circular tiene que abarcar tanto a la gestión de residuos como a la extracción de materias primas, la fabricación, su logística y distribución. La publicación señala que mientras el marco normativo europeo y nacional se endurece, las estrategias empresariales no pueden quedar ajenas a esta circularidad. Residuo cero, energías renovables, eficiencia energética o los sistemas de ahorro y consumo de agua están cada vez más presentes. Actividades que no sólo tienen un impacto positivo en el medioambiente, sino también en la cuenta de resultados.
El objetivo es reducir al mínimo los efectos sobre el cambio climático que están asociados al ciclo de vida del producto. Materiales reciclados, tejidos sostenibles, predicción de la demanda, aumento de la longevidad y calidad o un patronaje con mayor aprovechamiento son nuevas tendencias que se van implantando.
Expertos del Pacto Mundial afirman que para determinar la sostenibilidad de un producto hay que tener en cuenta cómo se ha cultivado, la materia prima, su procesamiento y reciclaje. Por eso, para reducir el impacto medioambiental, la moda sostenible apuesta por cultivos ecológicos y técnicas de procesamiento tradicionales en lugar de otros tratamientos que hacen uso de sustancias químicas. Además, aquellas personas consumidoras que no quieren productos animales disponen de alternativas. En los últimos años, han surgido textiles 100% de origen vegetal como la fibra sintética 100% biodegradable proveniente de la celulosa de la madera o de algas marinas.
También, se apuesta por la segunda vida en la moda sostenible. Usar residuos como las redes de pesca abandonadas ayuda a la limpieza de mares de plásticos. Conjuntamente, el desarrollo tecnológico ayuda a dar una segunda vida para crear materiales inteligentes impermeables, transpirables, que protejan de los rayos UV o antibacterianos.
Algunas de las tendencias emergentes en moda sostenible según la publicación son: