En los últimos años, los conflictos, la inseguridad y los efectos del cambio climático han contribuido en gran medida a los movimientos forzosos dentro de los países o a través de las fronteras. Más de 59 millones fueron personas internamente desplazadas a finales de 2021 según datos publicados por Naciones Unidas. Estas personas se enfrentan a múltiples obstáculos en sus caminos hasta llegar a destino. No sólo eso, sino que, además, una vez en el país de acogida, los Estados continúan vulnerando sus derechos.
Debido a la persistente falta de vías migratorias seguras y regulares, millones de personas siguen emprendiendo viajes peligrosos año tras año. Desde 2014, más de 50.000 migrantes han perdido la vida en rutas migratorias en todo el mundo, denuncia El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Migrar es un derecho, no un privilegio. Sin embargo, en muchos países no es así. El mundial de fúbol de Qatar 2022 lo ha mostrado con claridad: muchas selecciones tienen entre sus jugadores estrella a futbolistas de otros países nacionalizados para poder jugar. Por ejemplo, la selección francesa, cuyos jugadores tienen vínculos de sangre con África, conservan la doble nacionalidad heredada de sus padres o directamente han nacido allí. Pero cuando personas de esas mismas nacionalidades llegan al país europeo en busca de un futuro mejor son segregadas, y discriminadas. La hipocrecía a la órden del día.
Diversas investigaciones afirman que, lejos de ser un problema (como muchos medios de comunicación buscan instalar), los migrantes han demostrado ser fuente de prosperidad, innovación y desarrollo sostenible para los países de origen, de tránsito y de acogida. Sus contribuciones financieras a través de las remesas ofrecen una cuerda salvavidas para las familias y estimulan los mercados locales, en especial los de países que cuentan con ingresos bajos y medios. Aunque invisibilizado, su rol en el mercado laboral sigue siendo muy valioso, tal como se evidenció en la primera línea de la respuesta a la pandemia de la COVID-19.
El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular (GCM) ofrece la oportunidad y la orientación necesaria para actualizar la movilidad humana y aprovechar las oportunidades que la misma presenta. Es evidente que fortalecer las contribuciones de los migrantes al desarrollo sostenible requiere de esfuerzos colectivos para mejorar la gobernanza de la migración y para abordar los desafíos que los migrantes enfrentan.
En este Día Internacional del Migrante, y todos los días, apostemos por avanzar en la protección de sus derechos, no importa de dónde provengan ni hacia donde vayan. Tampoco si juegan bien al fútbol o son comerciantes, defender sus derechos es una obligación.