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Oxfam Intermón denuncia que el valor real de la financiación climática es un tercio de la cantidad que declaran los países desarrollados. La ONG ha publicado un informe en el cual advierte que la mayoría de los países ricos aplica prácticas de contabilidad de carácter engañoso y deshonesto para exagerar la financiación climática que aportan.

La transparencia es fundamental para conocer el aporte de las empresas a las comunidades en las que se insertan y de las cuales obtienen beneficios. Cuando se trata de cuestiones vinculadas al clima, esta importancia es aún mayor. Según una investigación realizada por Oxfam Intermón y publicada recientemente, el valor real de la financiación climática es un tercio de la cantidad que declaran los países desarrollados. Según los expertos, esta cifra podría haberse sobreestimado hasta un 225 % en 2020.

El informe, en vísperas de la próxima Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, la COP27 que se celebrará en Egipto, estima que el "valor real" de la financiación climática proporcionada en 2020 se sitúa aproximadamente entre los 21.000 y los 24.500 millones de dólares, frente a la cifra de 68.300 millones de dólares que los países ricos han declarado aportar en concepto de financiación pública (que, junto a la financiación privada movilizada, sitúa el total en 83.300 millones de dólares). El objetivo de financiación climática mundial está fijado en 100.000 millones de dólares anuales.

La cifra calculada por Oxfam de 21.000 a 24.500 millones de dólares incluye el equivalente de subvención estimado de la financiación climática declarada, en vez del valor nominal de los préstamos y otros instrumentos no basados en subvenciones. Asimismo, considera también la sobreestimación de la financiación climática en la que la lucha contra el cambio climático es tan solo un elemento dentro de un proyecto de desarrollo más amplio.

Cabe destacar que el documento advierte que, en 2020, la financiación climática declarada ascendió a 83.300 millones de dólares e incluía la financiación pública (68.300 millones de dólares), la financiación privada movilizada (13.100 millones de dólares) y créditos a la exportación (1900 millones de dólares). Oxfam ha evaluado el valor de la financiación proporcionada, es decir, el elemento de financiación pública. 

Sobre los datos extraídos de la investigación, Nafkote Dabi, responsable de políticas sobre cambio climático de Oxfam Internacional expresó: "Las contribuciones de los países ricos no solo siguen estando muy por debajo del objetivo contraído, sino que son engañosas al contabilizar la financiación climática de una manera que no es correcta ni adecuada. Estos países están sobreestimando su propia generosidad y pintando un panorama demasiado halagüeño, mientras ocultan la cifra que realmente se destina a los países pobres". Y continuó: "El mecanismo actual de la financiación climática mundial es como un tren averiado que corre el riesgo de llevarnos a un destino de proporciones catastróficas. El exceso de préstamos está endeudando a los países pobres, que ya tienen problemas para abordar los impactos del cambio climático. Se está declarando demasiada financiación de manera dudosa y deshonesta. Como resultado, los países más vulnerables continúan sin estar preparados para enfrentarse a la violencia de la crisis climática".

Por otra parte, la investigación de Oxfam Intermón ha revelado que instrumentos como los préstamos se declaran según su valor nominal, ignorando el reembolso de la financiación, entre otros factores. Con demasiada frecuencia, los proyectos financiados presentan un menor enfoque climático que el declarado, por lo que el valor neto del apoyo que se destina específicamente a la acción climática probablemente sea mucho más bajo del que sugieren las cifras de financiación climática declaradas.  Según los expertos de la organización, en la actualidad, los préstamos dominan más del 70 % de la provisión de financiación climática pública (48.600 millones de dólares), alimentando la crisis de la deuda a la que se enfrentan los países en desarrollo. El pago de la deuda externa de los países menos desarrollados ascendió a 31.000 millones de dólares en 2020.

Por ejemplo, Senegal, que figura en el tercio inferior de los países más vulnerables del mundo frente al cambio climático, recibió el 85 % de su financiación climática en forma de deuda (siendo el 29 % en concepto de préstamos no concesionales), a pesar de presentar un riesgo moderado de caer en una crisis de endeudamiento, y del hecho de que su deuda representa un 62,4 % de su ingreso nacional bruto.       

"Si los países desarrollados cumplieran con su compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares al año y abordaran verdaderamente sus errores de contabilización de la financiación climática, sería posible evitar una catástrofe climática a gran escala. Manipulando el sistema solo conseguirán que sean los países pobres, que son quienes menos han contribuido a la crisis climática, los que acaben pagando. Un sistema de financiación climática que se basa principalmente en préstamos no hace sino agravar el problema. Los países ricos, especialmente aquellos que más contaminan, tienen la responsabilidad moral de ofrecer formas alternativas de financiación climática, sobre todo subvenciones, con el fin de ayudar a los países impactados a salir adelante y seguir desarrollándose con un bajo nivel de emisiones de carbono", concluye Dabi.

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