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¿Qué mecanismos de respuesta a la crisis se activaron en 2008 y se han puesto en marcha ahora? ¿Qué impactos pueden traer consigo la inversión de los Fondos de Recuperación, Transformación y Resiliencia, o la última reforma laboral? ¿Qué papel tendrá el teletrabajo en el empleo a medio y largo plazo? ¿Qué novedades traen consigo las plataformas y aplicaciones digitales como modalidades en la organización del trabajo? ¿Cuáles son las profesiones emergentes? Estas son algunas de las preguntas a las que busca dar respuesta el informe “Radiografía del (des)empleo juvenil en España 2007-2022” realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad. Para su elaboración se ha acudido a fuentes estadísticas oficiales, principalmente del INE, Ministerio de Trabajo y Economía Social y Eurostat, así como a fuentes bibliográficas de estudios elaborados en diversos ámbitos (universidad, Tercer Sector, organismos internacionales, grandes empresas o sindicatos). Así mismo, uno de los ejes vertebradores de este informe han sido las ideas y debates que una serie de expertas y expertos mantuvieron en una mesa redonda organizada en abril de 2022 por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad.

El próximo 12 de agosto se conmemora el Día Internacional de la Juventud, una jornada para promover el importante papel de los y las jóvenes como dinamizadores del cambio social y el desarrollo. Pero no hay papel protagonista en la sociedad sin calidad en el empleo o sin acceso al mismo, ni cambio social ni desarrollo posibles si no se incluye a la mayoría de una generación. Partiendo de esta premisa es que surge la intención de realizar la investigación recientemente publicada por Fad.

Las conclusiones que se desprenden del informe señalan que la vulnerabilidad es tanta a nivel de la población joven trabajadora, debido a la precariedad, como entre quienes no están dentro del mercado laboral, debido a las altas tasas de desempleo en esta etapa de la vida. Desde la crisis de 2008 hasta este momento de salida de la pandemia, se han agudizar los problemas que se venían arrastrando en los dos grupos de jóvenes.

El informe explica que, en las últimas décadas, los mercados de trabajo han experimentado una serie de transformaciones globales en un contexto de capitalismo neoliberal que han llevado al deshilachamiento del modelo de trabajo estable y vertebrador de procesos de socialización a lo largo de la vida. Los modelos de organización productiva extendidos en la primera mitad del siglo XX consolidan una visión del trabajo como experiencia central en la conformación de las sociedades modernas basadas en un estado de bienestar. En este contexto, en lo relativo a los indicadores macro de empleo, los expertos afirman que las y los jóvenes han salido más perjudicados que el resto de la población adulta, tanto por los efectos inmediatos de la crisis sanitaria y el confinamiento como por lo que se ha denominado como la Gran Recesión (INJUVE y CJE, 2020; EAPN-ES, 2021; Ayala, Laparra y Rodríguez, 2021; CES, 2020).

Por un lado, en el caso de la juventud trabajadora, la contratación temporal, frente a la indefinida, la brecha salarial y la parcialidad involuntaria son los indicadores que muestran la deriva negativa: en el momento actual, la tasa de temporalidad sigue siendo alta y superior a los niveles de 2007; la brecha salarial no ha dejado de agudizarse desde entonces, y las jornadas a tiempo parcial es en esta franja etaria donde no han parado de crecer.  Por el otro lado, en el caso de la juventud que no trabaja, no parece existir duda en afirmar que las y los jóvenes han salido más perjudicados que el resto de la población adulta en las dos crisis. Las tasas de paro doblan o triplican (según el grupo de edad) a las del total de la población y aún no se han alcanzado tampoco las tasas de empleo joven previas a la Gran Recesión. 

¿Cuáles son los perfiles de jóvenes más vulnerables?

En el segundo bloque, el documento profundiza en las condiciones y características del empleo joven que permiten explicar algunos de los rasgos que potencian la precarización de la juventud. Se recogen los principales sectores productivos en los que se concentra la población joven, la Tasa de Temporalidad, la Tasa de Parcialidad Involuntaria, analizando los primeros efectos de la nueva Reforma Laboral aprobada en abril de 2022. Por otro lado, se analizan los salarios, las bases de cotización y la ganancia media anual de los y las jóvenes, seguido de una revisión de las características de la población trabajadora por cuenta propia. También se pone el foco sobre la problemática de la sobre-cualificación de la juventud y sus consecuencias.

Sobre este aspecto, las y los expertos sostienen que, generalmente, las crisis impactan con mayor virulencia en aquellos sectores de la población que ya se encontraban en una posición de especial vulnerabilidad. Como población adulta no podemos obviar la vulnerabilidad a la que está sujeta per se la población joven, aumentando la brecha intergeneracional, y tampoco descentrar la mirada de quienes, entre las y los jóvenes, más la padecen: el grupo de edad 16-24, las mujeres, con niveles educativos medios-bajos o muy bajos, las personas jóvenes de minorías étnicas y quienes habitan en un barrio degradado.

En este sentido, el informe advierte acerca de la necesidad de políticas públicas y de iniciativas privadas dirigidas al colectivo joven, en general, y a los colectivos jóvenes en mayor riesgo de exclusión social, en particular urgen a corto y medio plazo para poder vislumbrar un futuro del empleo mejor para todas y todos. Las generaciones que arrastran el “efecto cicatriz” a etapas posteriores reducen sus oportunidades laborales también a largo plazo.

La emancipación, un sueño imposible

El tercer bloque del estudio, se profundiza en la definición de la juventud como colectivo vulnerable dimensionando el impacto de las últimas crisis socioeconómicas. Se parte de los datos de la Tasa de Riesgo de Pobreza y Exclusión Social (AROPE) para ir viendo otros indicadores de vulnerabilidad, como el Indicador de Desarrollo Juvenil Comparado del CRS. También se analiza el modo en el que el “efecto cicatriz” acaba trasladando la vulnerabilidad de una etapa vital al resto de la vida de una persona dificultando los procesos de transición a la vida adulta y extendiendo una actitud pesimista ante el futuro.

En este sentido, el informe “Radiografía del (des)empleo juvenil en España: 2007-2022” también ahonda en la (no)emancipación juvenil como quiebra del proyecto de vida y como consecuencia de la falta, la inestabilidad y la baja calidad del empleo joven. La emancipación residencial de las y los jóvenes españoles es inferior a la de los países de nuestro entorno y también registra unos niveles peores en la actualidad en comparación con los de hace una década.

Los resultados coinciden con los que publica el Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud de España que señalan que la pauta de emancipación juvenil sigue marcada por un empeoramiento progresivo y un devenir que sólo es posible rectificar también con políticas que contemplen el conjunto del problema desde los dos ejes: desde el de la autonomía económica y la autonomía residencial.

Por último, el cuarto bloque pone el acento sobre el futuro del mercado de trabajo juvenil. Se parte de un análisis del escenario que ha dejado la Covid-19 en términos de políticas públicas de empleo y el efecto de la extensión de modelos laborales, como el teletrabajo o plataformas y aplicaciones digitales de trabajo. También se abordan las posibles nuevas ocupaciones y la evolución de las competencias y habilidades profesionales demandadas por el mercado de trabajo con vistas al futuro.

Una de las principales conclusiones que emergen de este apartado es que el teletrabajo jugó un papel fundamental durante el confinamiento y primeros meses de la pandemia en la continuidad del empleo. Si bien es cierto que las posibilidades (entonces y ahora) dependen enormemente de los sectores y tipo de ocupaciones, este periodo ha marcado una suerte de experimento ante unos niveles de teletrabajo en España inferiores a los de los países del entorno. Los datos muestran cómo ha aumentado la proporción de trabajadores/as que desempeñan su actividad laboral desde sus hogares, especialmente más de la mitad del tiempo. Esto se observa en población general, pero también entre la población joven (que es el grupo con menor propensión al teletrabajo, junto a mayores de 55 años, ONTSI, 2021), y no solo en 2020, sino que parece mantenerse en 2021 (incluso con un incremento entre personas de 16 a 24 años).

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