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Un estudio realizado por un equipo de investigadores e investigadoras de CaixaBank Research y la Universitat Pompeu Fabra analiza los efectos de las ayudas públicas en España y afirma que la desigualdad salarial durante la crisis generada por el coronavirus ha sido contenida en gran medida gracias a dichas políticas sociales.

A partir de haber sido seleccionados en la Convocatoria de Investigación Social 2020 de Fundación La Caixa, Oriol Aspachs, Alberto Graziano y Josep Mestres de CaixaBank Research junto a Rubén Durante, José García-Montalvo y Marta Reynal-Querol del Universitat Pompeu Fabra han desarrollado una investigación en la cual analizan en profundidad las implicancias de las ayudas sociales en el territorio español.

No hay dudas ya acerca de que la crisis generada por la covid-19 ha acarreado unas consecuencias económicas muy importantes, incluyendo un impacto significativo en la desigualdad salarial. En España y el mundo entero, las economías se han visto afectadas de manera negativa tras la llegada del coronavirus. Situación que ha impactado de manera directa en la calidad de vida de las personas.  El equipo de investigadores sostiene que esta desigualdad no solamente responde a la dispersión en los niveles salariales, sino también a la «intensidad» en el empleo, es decir, si se está trabajando y con qué regularidad. La utilización de datos masivos en tiempo real permite analizar el papel que han desempeñado las ayudas públicas para mitigar el impacto de la crisis en la desigualdad, tanto para el conjunto de la población como para los distintos colectivos.  En términos generales, el estudio afirma que los mecanismos de apoyo a la renta implantados por la Administración pública han logrado reducir sustancialmente dicho impacto y que el tiempo destinado a gestionar las ayudas también es importante.

Los expertos explican que el índice de Gini, una de las medidas de la desigualdad más aceptadas, toma el valor de 0 para representar una igualdad perfecta y el valor de 100 para designar la desigualdad máxima (una persona tiene todos los ingresos y el resto de los individuos, ninguno). Este índice suele ser bastante estable a lo largo del tiempo, pero, adverten los investigadores, este aumentó más de 10 puntos entre febrero y abril de 2020 antes de contabilizar las ayudas públicas, según la información aportada por más de tres millones de nóminas (Aspachs et al., 2022).  Estos datos son llamativos ya que según los expertos nunca se habían observado variaciones de esta magnitud en un mismo país durante un periodo tan breve: en dos meses aumentó el 25%. Es un aumento histórico, pero cabe resaltar que fue sustancialmente inferior al que se produjo durante la crisis inmobiliaria y financiera de 2007-2013.  La investigación analiza que, más allá de la variación en la sensibilidad de los índices de Gini respecto al PIB, es muy destacable que a partir del momento en que la economía se ha ido recuperando, la desigualdad se ha empezado a reducir.

Otro dato que expone el estudio es que, después de tener en cuenta los apoyos a las rentas del sector público —como las prestaciones por desempleo, o las que reciben los trabajadores afectados por un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE)— el aumento en el nivel de desigualdad también es acusado, pero muy inferior. En abril de 2020, fue de 4 puntos respecto al nivel de febrero de ese mismo año, lo que significa un aumento del 10%. El incremento que registró el índice de Gini tras considerar las ayudas públicas en julio de 2020 fue de 1,3 puntos respecto al nivel prepandemia. Aún queda bastante camino por recorrer hasta alcanzar los niveles previos.

El documento publicado por el Observatorio Social de Fundación LaCaixa aborda tres núcleos centrales:

1. Inmigrantes y jóvenes sufren más desigualdad, aunque mejora su situación

En primer lugar, la investigación advierte que la mejora de los índices de Gini es generalizada entre los distintos colectivos. Los índices correspondientes a los jóvenes y a las personas nacidas fuera de España aumentaron mucho más que para el resto de la población al inicio de la pandemia. Sin embargo, desde que la actividad económica empezó a recuperarse, la situación de estos colectivos ha mejorado significativamente. Según los datos proporcionados por el estudio, en julio de 2021 ya no se apreciaban diferencias tan destacables en la variación por edades. Con respecto a los inmigrantes, los índices de Gini también han mejorado de forma notable, pese a mantenerse ligeramente por encima de los relativos a los españoles.

2. La eficiencia en la gestión de las ayudas es clave

En segundo lugar, las y los investigadores dirán que a pesar de que la tormenta provocada por la covid-19 aún no ha terminado, ya podemos analizar el impacto de la respuesta de las administraciones públicas ante la desigualdad salarial. Las transferencias públicas a los empleados en ERTE o a los desempleados amortiguaron la caída de los ingresos de muchos trabajadores; sin embargo, se preguntan ¿hasta qué punto mitigaron el aumento de la desigualdad?  En los meses más duros de la pandemia —abril y mayo de 2020—, las prestaciones por desempleo y, en especial, las transferencias a los trabajadores en ERTE atenuaron el 80% del incremento de la desigualdad salarial. En 2021, la crisis generada se ha moderado; con todo, entre abril y julio las transferencias públicas aún compensaban en torno al 56% del aumento de la desigualdad salarial.

Todo ello ha supuesto un enorme esfuerzo para la Administración pública, y no solamente en términos monetarios. El incremento masivo de solicitudes de prestaciones ha sido muy difícil de gestionar, y a menudo se han alargado los tiempos de tramitación de los expedientes. Según los análisis de los expertos, además de un buen sistema de ayudas públicas, la eficiencia con la que estas se gestionan también es clave para reducir la desigualdad.

3. El empleo es crucial para la desigualdad

En tercer lugar, el documento afirma que los debates sobre la desigualdad suelen centrarse en la dispersión en los niveles salariales y omiten que la desigualdad de los ingresos salariales depende también de la «intensidad» en el empleo; es decir, de si se está trabajando y con qué regularidad. El caso español es bastante paradigmático, con una alta tasa de temporalidad en el empleo (25,1%) y una proliferación de contratos laborales con una duración cada vez menor que incide considerablemente en la desigualdad.

Durante la pandemia, explican los académicos, el empleo volvió a ser el principal factor responsable de los cambios en la desigualdad salarial. Entre febrero y abril de 2020, por ejemplo, casi el 90% del incremento en la desigualdad salarial (antes de las transferencias públicas) obedeció a la caída del empleo; el resto se debió a incrementos en la desigualdad salarial entre trabajadores. Así, para poder examinar los factores que determinan la evolución de la desigualdad, es necesario revisar las dinámicas del empleo, en particular las de los colectivos más afectados.

Por edades, los jóvenes han sido el colectivo más afectado por la pandemia en el mercado laboral. En mayo de 2020, la probabilidad de que percibieran una nómina era un 18% menor que la de los trabajadores de mayor edad, y la recuperación en los meses siguientes solo fue parcial. La probabilidad de tener empleo también se redujo en mayor medida para los trabajadores nacidos en el extranjero. La brecha en la probabilidad de estar empleado era del 8% en abril de 2020 y, curiosamente, siguió aumentando con los meses, hasta situarse en el 11% en noviembre. La probabilidad de las mujeres de continuar empleadas en los primeros meses de la pandemia fue inferior a la de los hombres, con una brecha en la probabilidad de empleo que superó el 4% y no empezó a recuperarse hasta septiembre.

Finalmente, la investigación concluye que la pandemia ha provocado un rápido aumento de la desigualdad salarial en España, hasta alcanzar cifras sin precedentes. Sin embargo, los mecanismos de apoyo a las rentas implantados por la Administración pública han logrado reducir significativamente dicho impacto.

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