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Un estudio realizado por un grupo de investigadores impulsados por el Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa” analizó la percepción a cerca de la soledad de los mayores de 55 años durante el confinamiento. La investigación revela que más del 50% de dicho grupo etáreo manifestó sentir soledad, especialmente en el segmento de edad entre 65 y 79 años.
La soledad, una epidemia dentro de la pandemia

La salud, desde una mirada integral, es mucho más que la salud física. Incluye también la salud psíquica y emocional. En este sentido, si bien las consecuencias más trágicas de la pandemia han sido la cantidad de vidas que se cobró, también es importante comprender los daños causados por el coronavirus en el plano psicológico. El miedo a la muerte, la incertidumbre, la ansiesdad y también la soledad son algunos de los efectos que ha tenido la pandemia en términos sociales.

En este contexto, se llevó a cabo el estudio “Soledad durante el confinamiento: una epidemia dentro de la pandemia de la covid- 19”, elaborado por los investigadores Juan Manuel García-González (Universidad Pablo de Olavide, UPO), Rafael Grande (Universidad de Málaga), Inmaculada Montero (UPO) y Dolores Puga (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

El trabajo, impulsado por El Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa” dentro de la convocatoria de apoyo a investigaciones sobre el impacto social de la covid-19, estudió los efectos de la soledad provocados por el confinamiento con el fin que se puedan identificar medidas preventivas e intervenciones para reducir las consecuencias de esta situación. Para ello, los autores llevaron a cabo una encuesta en dos fases a 750 personas mayores de 55 años residentes en Andalucía: la primera se había realizado antes del confinamiento, en febrero de 2020; y la segunda se hizo a finales de abril y principios de mayo, en pleno confinamiento.

La principal conclusión que emergió del estudio fue que más de la mitad de los mayores de 55 años (un 56,4%) experimentó sentimiento de soledad durante el confinamiento por covid-19, un dato que registró un incremento de nueve puntos  con respecto a antes de la pandemia (47,3%). Además, se afirma que este escenario afectó más a quienes no se sentían solos antes de que se produjera esta situación.

En concreto, la investigación advierte que de febrero a abril de 2020, fue la soledad emocional (referida a la falta de relaciones de confianza) la que aumentó del 25% al 36%, mientras que la soledad social (referida a la falta de relaciones con el grupo social) descendió del 26% al 18%. Asimismo, la soledad moderada pasó del 40% al 52% mientras que la severa disminuyó del 7,4% al 4,7%.

Otro importante hallazgo del estudio fue que las mujeres se sintieron más sólas que sus pares varones.  Las y los investigaroes explica que, si bien antes del confinamiento el sentimiento de soledad entre las personas mayores afectaba de manera similar tanto a mujeres como a hombres, durante este periodo, el impacto fue más intenso entre las mujeres. En este sentido, el 62% de la población femenina afirmó sentirse sola frente al 50% de la masculina, aunque la soledad más grave disminuyó en mayor medida entre las mujeres.

Por grupos de edad, los aumentos más palpables se produjeron entre los 65 y los 79 años y en mayor medida entre las mujeres debido, especialmente, al incremento de la soledad moderada. En el tramo de 55 a 64 años, la prevalencia de soledad en el colectivo de los hombres apenas aumentó, mientras que en el de las mujeres se incrementó en torno al 30%. Por último, entre los mayores de 80 apenas hubo variación con respecto a antes del confinamiento y la soledad severa se redujo para todas las franjas de edad.

Por otra parte, la investigación señala que el menor nivel de estudios y peor salud se asocia a más soledad. En este sentido, se observa que la sensación de soledad es, por lo general, mayor entre las personas con menor nivel educativo y, según los expertos, diferentes estudios demuestran que un mayor nivel de instrucción ofrece mayores estrategias, recursos y contactos estables para afrontar o evitar la soledad.En este sentido, durante el confinamiento la proporción de personas con sentimiento de soledad creció más en el grupo con estudios primarios o sin estudios.

Finalmente, en cuanto a la salud y la soledad, el documento afirma que las personas en situación de soledad declararon tener peor estado de salud y aquellos con peor salud también presentaron una mayor afectación de este sentimiento. Además, la tasa de soledad aumentó en mayor medida entre las personas con buen estado de salud o que consideraron que su salud había mejorado, posiblemente a causa del mayor impacto que el confinamiento tuvo en sus vidas diarias. Tendencias similares de soledad creciente se observaron entre la población sin limitaciones en las actividades básicas de la vida diaria y sin depresión. La única salvedad se dio en el grupo de personas con depresión crónica, cuyo nivel de soledad se mantuvo constante.

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