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Cuenta regresiva para la COP26: ¿qué rol tendrán los bancos centrales?

Los bancos centrales son considerados cada vez más como agentes clave para influir en la acción climática. Ante la proximidad de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 (COP26), que será la 26ª conferencia sobre el Cambio Climático y se celebrará del 1 al 12 de noviembre en la ciudad de Glasgow, el Equipo de Política de Climate Bonds publicó un informe en el cuál detalla el rol de los bancos centrales en la lucha contra la emergencia climática.

Creada en 2017, la Red para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS, por sus siglas en inglés) une a sus miembros en una misión para promulgar la gestión de riesgos relacionados con el medio ambiente y movilizar las finanzas para apoyar una transición económica sostenible. La acción climática de los bancos centrales se ha acelerado desde entonces de una manera que ha superado muchas expectativas. En primer lugar, el informe explica que su número de miembros ha aumentado de 8 a 95 a partir de junio de 2021. Este crecimiento de la participación refleja tanto la creciente prioridad de las finanzas verdes por parte de los bancos centrales y los supervisores, como el valor del intercambio de conocimientos y la colaboración a la hora de navegar por estas aguas todavía relativamente inexploradas. El estudio muestra que los bancos centrales de todo el mundo están reconociendo la importancia del cambio climático para la estabilidad financiera; varios miembros han aplicado desde entonces requisitos de divulgación del riesgo climático o de pruebas de resistencia.

En el último año, hemos asistido a una acción sin precedentes en todos los niveles del funcionamiento de los bancos centrales, desde los ajustes prudenciales hasta las estrategias de política monetaria ecológica. Asimismo, la pandemia de COVID-19 demostró el poderoso papel de los bancos centrales ante una crisis.  Al mismo tiempo, la recuperación de la pandemia se ha planteado como una oportunidad para "reconstruir mejor", es decir, no volver a modelos económicos que ya sabemos que no han funcionado.

Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer si las operaciones de los bancos centrales han de encaminar realmente a las economías hacia las emisiones cero neto. En 2019, otro informe publicado por Climate Bonds esbozó políticas monetarias y prudenciales clave que podrían estimular la inversión verde, y aunque suene utópico: casi todos los aspectos de las operaciones de los bancos centrales pueden ser ecológicos.

Al respecto, la investigación afirma que, el cambio climático exige que los bancos centrales renuncien al lujo de esperar varios años a los resultados de los regímenes de divulgación o de pruebas de resistencia para toda la economía. El Sexto Informe de Evaluación del IPCC confirma que esta década es nuestra última oportunidad para evitar un colapso climático catastrófico. Hay suficientes pruebas sobre qué empresas están más expuestas o son las mayores fuentes de riesgo relacionado con el clima.

¿El fin de la neutralidad del mercado?

La naturaleza del cambio climático es tal, que en todos los ámbitos del gobierno y de la economía es evidente la necesidad y la dependencia de escenarios y métricas prospectivas. Esto hace que el principio de neutralidad del mercado parezca cada vez más anticuado. La neutralidad del mercado limita la medida en que las operaciones monetarias pueden ser ecológicas, ya que la longevidad de las empresas de combustibles fósiles las lleva a dominar el mercado. La modelización de NGFS ha demostrado que para cambiar significativamente las emisiones de la cartera se necesita algo más que impulsar la compra de bonos verdes: también hay que limitar mucho la exposición a los combustibles fósiles.

Al respecto, el reporte de Climate Bonds muestra que la revisión de la neutralidad del mercado por parte del Banco Central Europeo (BCE) es esperanzadora. Figuras destacadas del BCE, como Frank Elderson e Isabel Schnabel, han defendido el fin de la neutralidad del mercado y la presidenta Christine Lagarde la ha cuestionado. Las propuestas de principios alternativos llegarán en 2022.

Para los bancos centrales que han establecido pruebas de resistencia y requisitos de información, la sustitución de la neutralidad del mercado por la neutralidad climática puede ser el siguiente paso, si quieren seguir desempeñando su papel de pioneros e inclinar realmente sus economías hacia una senda de descarbonización.

COP26: La próxima oportunidad para el cambio

Los fenómenos meteorológicos extremos y las presiones de la sociedad civil, entre otros factores, están ejerciendo una presión continua sobre los responsables políticos para que tomen medidas rápidas de cara al inventario de París. La reacción a los incendios, las inundaciones y las olas de calor en la primera mitad de 2021 confirma esta evaluación, y los crecientes debates en las cumbres de los gobernadores de los bancos centrales y de las finanzas del G20 en torno a la sostenibilidad y la estabilidad, son señales de que en los próximos años surgirán decisiones más precisas sobre la regulación financiera mundial.

Es por esto, que el informe afirma que resulta imperativo que los bancos centrales demuestren su compromiso con la acción climática aplicando estrategias de sostenibilidad. Esto facilitará la acción coordinada en todas las áreas de operación y proporcionará una dirección clara al mercado. El DNB, el banco central de los Países Bajos, ha sido líder en el análisis de riesgos relacionados con el clima y ha lanzado recientemente su Estrategia de Finanzas Sostenibles, que abarca la gestión de riesgos, la investigación y los datos y las operaciones monetarias. Así, los bancos centrales han evolucionado en los últimos años y ahora disponen de herramientas considerables para influir en los mercados. Ahora tienen que movilizar estas herramientas no sólo para preservar la estabilidad de sus propias economías, sino para garantizar la resistencia global a los cambios planetarios potencialmente irreversibles.

Finalmente, los expertos de Climate Bonds sostienes que la siguiente etapa en la evolución de los bancos centrales debe abordar la relación entre la actividad económica y la degradación del medio ambiente. Aquí es a donde el papel de los responsables políticos mundiales es fundamental. Colectivamente, los bancos centrales y los reguladores sólo pueden ir hasta cierto punto por su propia voluntad. Los gobiernos, a través de los diversos foros climáticos, diplomáticos y económicos, deben proporcionar señales verdes continuas para el cambio. Se espera, con gran ilusión, que la COP26 sea testigo del lanzamiento de muchas más estrategias de sostenibilidad por parte de los bancos centrales. Y que de este modo, el evento climático mundial sea el pistoletazo de salida a una nueva era de consideraciones climáticas en la banca central.

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