Un monocultivo es un desierto alimentario. La frase no es mía, pero la escuché el mismo día que se presentaba la investigación realizada por Alianza por la Solidaridad-ActionAid sobre los impactos de la caña de azúcar en tres países de Centroamérica y Colombia, lugares todos ellos en una dramática situación social y económica. En el caso de Colombia, ahora en pleno estallido. El informe, en el que se han invertido muchos meses de trabajo en los territorios del otro lado del Atlántico, no deja lugar a dudas sobre la expansión de cultivos que generan gravísimos impactos ‘disfrazados’ de un desarrollo que no sabe de responsabilidad ambiental, ni social, ni tan siquiera legal en algunos casos.