El discurso sobre la maternidad está lleno de frases hechas y de cortafuegos. Hasta hace no demasiado tiempo no existía la anestesia epidural y escuchábamos a nuestras madres decir “anda que no os quejáis las mujeres cuando parís ahora; en mis tiempos lo hacíamos a pelo”. Entrábamos en las salas de parto y escuchábamos esos “la madre más que ayudar, molesta”. Salíamos de las salas de parto en shock, doloridas y tristes, y nos caía encima un “¿de qué te quejas? si todo ha salido bien, el bebé está sano”.