Imagine que todos los actores estén de acuerdo en realizar un “Sprong químico" para desintoxicar masivamente los productos comerciales.
Mientras que la amenaza sanitaria de los disruptores endocrinos se confirma y a su vez los políticos y legisladores europeos comienzan a posicionarse claramente, las empresas se enfrentan a una urgencia: adaptarse rápidamente y hacer un salto hacia la desintoxicación de sus productos para evitar eventuales crisis mediáticas o regulaciones brutales.