Estamos a las puertas del mes de agosto, un verano distinto con el COVID-19 como protagonista, aunque nos pese, y nos tranquiliza poco la llamada “nueva normalidad”, que no deja de ser un término eufemístico para autoconvencernos de que podría ser peor y que aún hay que esperar a que llegue la normalidad real, la antigua, la que todos añoramos.