El sector de la inversión de impacto ha crecido de manera exponencial en los últimos años, y es especialmente oportuno en la actual situación económica que ha sacudido los estándares establecidos de riesgo y rendimiento de las inversiones convencionales.
Uno de los retos más importantes a los que nos enfrentamos como sociedad es el de la sostenibilidad.
Vivimos en una nación notablemente rica en términos culturales y patrimoniales, con prominentes instituciones museísticas que resguardan auténticos tesoros de nuestro pasado histórico. Como ciudadanos, nos corresponde una serie de derechos culturales estrechamente vinculados a la preservación, conservación y disfrute de este patrimonio.
En el tejido social contemporáneo, el voluntariado emerge como un pilar fundamental que sostiene la estructura de bienestar y solidaridad. Sin embargo, en los últimos tiempos, hemos sido testigos de una tendencia preocupante: la mercantilización del voluntariado. Este fenómeno, que busca convertir la ayuda desinteresada en una mercancía sujeta a leyes de oferta y demanda, plantea interrogantes cruciales sobre la autenticidad y la integridad de la acción voluntaria. Sin embargo, también es cierto que, para tener un trabajo voluntario comprometido, serio y con un impacto real es necesario invertir.