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Durante décadas hemos vivido explotando los recursos del ecosistema, con alteración de los ciclos del carbono y del agua y con pérdida de biodiversidad.  Pero nada sale gratis y cuanto más tardemos en cooperar, más aumentarán los costes, por ejemplo, en forma de fenómenos climáticos extremos.
Sólo con la cooperación se pueden afrontar los desafíos ASG

“Los gobiernos por sí solos no pueden garantizar una transición más rápida a una economía más sostenible”

Hay que tener en cuenta, que diferencia del mundo financiero, la naturaleza no puede dirigirse a un banco central y que, aunque pudiera, ninguna institución puede intervenir de la noche a la mañana para eliminar los gases de efecto invernadero de nuestra atmósfera, inyectar agua donde falta o limpiar las tierras contaminadas. De hecho, el desafío de cómo y a qué ritmo podemos hacer la transición hacia una economía más sostenible es la cooperación, a todos los niveles.

Gobiernos, empresas, instituciones financieras y clientes

En primer lugar, se requiere la cooperación entre las empresas y la industria financiera para generar, recopilar e informar datos de manera eficiente. Hay que reducir con base científica la multitud de niveles y estándares.  También se necesita la cooperación entre los reguladores y la industria financiera para promover unos marcos de trabajo alineados con la investigación científica que sean alcanzables en la práctica.  Además, hace falta la cooperación entre los clientes de la industria financiera y esta, pues los bancos han de comprender las necesidades de los inversores, cuantificar los impactos positivos y negativos de sus inversiones y ayudarles a darse cuenta de que no son solo números y que representan la economía del mañana.

Efectivamente, los gobiernos por sí solos no pueden garantizar una transición más rápida a una economía más sostenible, pero desempeñan un papel clave en la creación de las condiciones que alientan las inversiones sostenibles, mediante impuestos, regulaciones o subsidios para tecnologías limpias.  Por su parte las instituciones financieras son la columna vertebral del sistema económico, por orientar el modo en que se utiliza el capital en las inversiones y su financiación determina lo que se puede lograr.  Cuando el capital fluye hacia las empresas que respetan los límites del planeta, la sociedad se vuelve más sostenible.  Más aún, es un deber de los bancos abordar los desafíos ambientales, sociales y de gobernanza, tanto porque los clientes lo exigen, como porque tiene sentido desde una perspectiva de inversión y porque ambos, bancos y clientes, solo pueden tener éxito a largo plazo si la sociedad y medio ambiente son estables.

La disponibilidad de datos ASG fiables resulta esencial

Ahora bien, la disponibilidad de datos ASG fiables de las empresas resulta esencial para poder tomar las decisiones informadas de inversión y crédito con criterios de sostenibilidad. Al respecto, pesar de que hay multitud de fuentes, de proveedores y de investigaciones, no es eficiente.  Afortunadamente, se han lanzado iniciativas voluntarias como el Grupo de Trabajo sobre Divulgación Financiera Relacionada con el Clima (TCFD) y el Grupo de Trabajo sobre Divulgación Financiera Relacionada con la Naturaleza (TNFD), que facilitarán el acceso a los datos relevantes.  A ello se añade que las autoridades avanzan en ese camino.  Es el caso de la Taxonomía de la UE, la Directiva sobre informes de sostenibilidad corporativa o las normas propuestas por la Comisión de Bolsa y Valores en EEUU sobre la divulgación de los datos climáticos.  Estas normas exigirán a las empresas que divulguen información útil para las instituciones financieras y los inversores. 

Intencionalidad y medición

Además, es igualmente importante la perspectiva y el contexto.  Hace décadas las empresas exageraban lo ecológicas que eran.  Hoy día, la tendencia es al "silencio verde", por el que las empresas implementan cambios hacia la sostenibilidad, pero no los hacen públicos, para evitar el escrutinio. Esto se interpone con las mejores prácticas.  Entre otras cosas, una de las principales preocupaciones sobre la inversión en sostenibilidad es cómo hacer que obtenga resultados tangibles.  Pero los términos de inversión con criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) e “inversión de impacto” suelen utilizarse indistintamente en la comunidad inversora, los medios de comunicación y la política, aunque son conceptos muy diferentes. Los criterios ASG se utilizan a menudo como forma de evaluar empresas e inversiones.  La diferencia de la inversión de impacto radica en la intencionalidad -objetivos concretos- y la medición -evaluar si se están logrando-.

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