La primera COP en el continente africano puso su punto final el pasado domingo 20 de noviembre, dos días después de la fecha límite programada. Las conclusiones claves de la cumbre "de la implementación" después de dos semanas de conversaciones sobre el cambio climático entre representantes de más de 200 países representan unos avances algo decepcionantes.
Nuevo fondo para pérdidas y daños: los países ricos obtuvieron su riqueza de los combustibles fósiles, dejando a los países pobres con enormes facturas por los impactos climáticos resultantes. Después de décadas, por fin, se acuerda crear un fondo para compensar a las víctimas climáticas en el mundo en desarrollo, lo que Úrsula von der Leyen definió como un pequeño paso hacia la justicia climática. Este avance viene con interrogantes ya que no se comprometieron cantidades de dinero ni se aclaró como funcionaría, para ello habrá que esperar a la COP28 del próximo año.
No hay que olvidar que los países más ricos aún tienen que cumplir su compromiso de entregar 100 mil millones de dólares al año en concepto de financiación climática a países en vías de desarrollo. En 2019, sólo se entregaron 80 mil millones de dólares por año.
Sin avances en la mitigación: todo el protagonismo de la cumbre se lo llevo el fondo de pérdidas y daños, que en un principio no estaba ni en el orden del día. Es importante recordar que los objetivos de esta cumbre se centraban en aumentar el compromiso de los países en sus planes de mitigación del cambio climático, adaptación y financiación, y que según la UE quedaron relegados a un segundo plano.
Cabe resaltar que sólo 24 de los casi 200 países que asistieron a la cumbre presentaron planes de reducción de emisiones nuevos o actualizados desde la conferencia climática de la ONU del año pasado en Glasgow, Escocia, aunque todos se habían comprometido a hacerlo, según la agencia climática de la ONU.
Bancos de desarrollo: por primera vez se incluyeron en una COP los posibles cambios en la arquitectura financiera global para que se alinee mejor con los objetivos climáticos. La idea es modificar los mandatos de los bancos multilaterales de desarrollo como el Banco Mundial y las instituciones financieras internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, para garantizar que fluya una mayor financiación a los proyectos de transición energética, adaptación y mitigación del cambio climático. Los impactos climáticos se deben entender como un riesgo macroeconómico, según palabras de Laurence Tubiana, directora ejecutiva de la Fundación Europea del Clima.
Reglas débiles para los mercados de carbono: en la COP26 se acordó crear reglas que permitirían a los gobiernos comercializar con créditos de carbono. En la COP27, se describió un marco más detallado sobre cómo funcionaría un mercado de carbono de este tipo, lo que incluye permitir que las empresas compren créditos de los gobiernos. Pero los expertos advirtieron que las reglas aún no son lo suficientemente estrictas.
Brasil ha vuelto: Lula da Silva creó una gran expectación, con un auditorio totalmente abarrotado y propuso a la ONU la celebración de la COP30, prevista para el año 2025, en la Amazonía brasileña. Brasil, el mayor custodio de la selva amazónica, regresaba tras cuatro años de una desastrosa gestión climática.
El objetivo de 1,5º sigue en peligro: a pesar de los esfuerzos de EE.UU., India y la Unión Europea, no se llegó a un acuerdo de aumento del compromiso en la reducción de emisiones. El acuerdo final no supuso un avance sobre lo acordado en la COP26, retirándose en el último minuto el acuerdo de alcanzar las emisiones máximas en 2025, y solo se reiteró el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C.
Muchas de las naciones exportadoras de petróleo fueron las que rechazaron alcanzar el máximo de emisiones para 2025.
Mientras el mundo sufre una crisis energética y los altos precios de los combustibles fósiles llenan las arcas de los principales productores, la influencia política se mostró en la COP27. Veremos en la COP28, que se celebrará en los Emiratos Árabes Unidos, gigante del petróleo y el gas, cómo lidiaremos con ello.
Los que seguimos de cerca la agenda climática internacional y los compromisos de las empresas y gestores de activos en pro de la sostenibilidad, empezamos a perder la esperanza en estas cumbres, donde cada país defiende sus intereses sin entender que la crisis climática y la defensa de los derechos humanos es un asunto global que debemos defender independientemente del país del que vengamos.
Para terminar, cito la que, en mi opinión, ha sido una de las mejores frases de la cumbre: “Una acción débil es imprudente. Ninguna, es peligrosa” - William Ruto, Presidente de Kenia.