Publicado el
En los últimos años y con la ayuda de la creciente exigencia por parte de electores, autoridades públicas y consumidores en pro de más y mejor información, se ha dado un paso adelante en materia de transparencia: registros sobre titularidades reales, intercambios automáticos de información financiera, portales de transparencia en el sector público y sin duda, redes y plataformas sociales, son síntomas (también catalizadores) de este progreso.

En el ámbito empresarial, la demanda de transparencia no se limita a la información financiera, puesto que inversores, consumidores y la sociedad en su conjunto exigen cada vez más disponer de información transparente, comparable y precisa sobre aspectos de naturaleza cualitativa (estructura de la empresa, estrategia y actividades, entre otros). Si a los inversores estos datos no financieros les permiten entender los riesgos reales y la sostenibilidad del negocio, a los consumidores –más y más comprometidos con el planeta– les posibilitan medir y comparar el impacto de las actividades empresariales en la sociedad y el medioambiente.

En el contexto de esta ola de transparencia en el sector privado y empresarial, la Directiva sobre divulgación de información no financiera e información sobre diversidad por parte de grandes empresas y grupos establece que las organizaciones deben informar sobre cuestiones medioambientales, sociales y relativas al personal, el respeto a los derechos humanos, la lucha contra la corrupción y el soborno.

Aun cuando ello requiere que el empresario invierta tiempo y recursos, hagamos de la necesidad virtud: esta obligación de elaborar el informe es una oportunidad para que las organizaciones comuniquen su estrategia, política, valores y resultados en relación con factores sociales y medioambientales, fomentando así una visión a largo plazo que contribuya a su diferenciación y creación de valor.

Uno de los aspectos preliminares y críticos en el proceso de elaboración de dicho informe (o EINF, por Estado de Información No Financiera) es el análisis e identificación de los grupos de interés de la organización y las cuestiones materiales. Es decir, quiénes son (i) los grupos de interés que ejercen o pueden llegar a ejercer una influencia significativa en la Organización y (ii) los grupos de interés que se ven afectados o pueden verse afectados de forma significativa por sus acciones (consumidores, empleados, accionistas, entre otros). Una vez determinados estos grupos, aquélla debe detectar qué asuntos son los más relevantes para estos grupos y cuáles lo son para sí misma (por ejemplo: calidad del producto o servicio, satisfacción del cliente, bienestar de los empleados, utilización eficiente de los recursos y economía circular).

Y ahora sí, efectuado este análisis se podrá elaborar una matriz de materialidad que permitirá conocer cuáles son los asuntos más importantes para la Organización y para sus grupos de interés. Serán estas cuestiones más relevantes las que se deberán incluir y desarrollar en el informe de información no financiera.

Como puede observarse, la correcta determinación de los grupos de interés y la materialidad es la piedra angular sobre la que se construirá el informe, por lo que es recomendable establecer canales de comunicación con los grupos de interés para poder determinar y evaluar la estrategia desarrollada en torno a los asuntos materiales y los indicadores que permitirán medir los resultados de esta estrategia. Además, puesto que el informe debe elaborarse anualmente, la estrategia consistente de la Organización debería centrarse en la mejora de los resultados de las cuestiones materiales con el tiempo.

La experiencia nos demuestra que la elaboración del primer informe puede ser un proceso delicado, por tratarse de una obligación nueva, que afecta a distintas áreas de la Organización y requiere varias vías para recolectar la información. Por esta razón, el primer año puede ser clave y debe servir como un referente para crear la estructura del informe, establecer los canales de comunicación con los grupos de interés y definir los procesos de recolección de información que facilitará el trabajo en los ejercicios venideros.

El esfuerzo necesario para lograrlo no habrá sido en vano: los réditos –en forma de más confianza por parte de todos los grupos de interés– bien lo valen.

¡Comparte este contenido en redes!

 
CURSO: Experto en Responsabilidad Social Corporativa y Gestión Sostenible
 
Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies