La Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) publicó recientemente su último informe global sobre la energía. El informe nos presenta evidencias sobre los cambios constantes en los mercados de energía global – con un incremento predecible de energías bajas en carbono y renovables en el mix energético.
También subraya que algo más es necesario. En concreto, las negociaciones de la cumbre de cambio climático en Diciembre (COP21) se centraron en la construcción de un ambiente regulatorio que ayude a movernos hacia un sector energético bajo en carbono.
Este informe ha sido publicado en un momento justo, ya que la Organización Meteorológica Mundial anunció hace un par de semanas que las concentraciones de dióxido de carbono en la atmosfera han alcanzado las 400 partes por millón, un récord por 30° año consecutivo. Es más, tal y como se desprende del registro hecho público por la NASA el pasado fin de semana, la temperatura media global batió el mes pasado un nuevo récord para un mes de febrero desde 1880, cuando se empezaron a recopilar datos. Según este informe, la temperatura media en toda la superficie terrestre fue superior en 1,35 grados centígrados a la media de los meses de febrero del periodo 1951-1980, el que la administración espacial estadounidense toma como escenario base.
Sabemos que para limitar el aumento del CO2 en la atmosfera, debemos limitar el uso de combustibles fósiles. Esto deber ir respaldado por un aumento en la generación de energía renovable. Pero se prevé que la demanda de energía global también aumente (incremento de un tercio en el 2040)... Con esto en mente, ¿cuáles son las principales conclusiones del informe de la IEA?
Pero...¿qué significa todo esto para las empresas y el sector privado?
Ya existen leyes nacionales e internacionales centradas en la medición y pago de impuestos debido al uso energético y a qué medidas de eficiencia energética han sido implementadas en las operaciones.
Sólo podemos esperar que esto vaya a más, con leyes más severas en el futuro.
Las compañías que actúen ahora y se preparen para gestionar estos riesgos no solo ahorrarán costes sino que también impulsarán la innovación y tendrán una ventaja competitiva.