La transformación del sistema energético europeo pasa por una receta clara: más renovables, electrificación inteligente y cooperación entre países. Así lo destaca el informe “Renewables, electrification and flexibility — for a competitive EU energy system transformation by 2030”, publicado hoy por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), que señala que cumplir los objetivos energéticos de aquí a 2030 podría reducir hasta un 57 % los costes variables de generación eléctrica respecto a los niveles de 2023.
La AEMA advierte de que, aunque el sector eléctrico ha avanzado en la reducción de emisiones de CO₂, la descarbonización del transporte y la calefacción sigue siendo una asignatura pendiente, ya que el uso de gas y petróleo sigue siendo predominante.
En 2022, la subida del precio del gas disparó la factura energética de la Unión Europea hasta el 4 % de su PIB. En ese contexto, las energías renovables —con especial protagonismo de la solar y la eólica— se perfilan como la vía más sostenible para asegurar la independencia energética, reducir la exposición a los vaivenes del mercado global de combustibles fósiles y avanzar hacia un modelo más limpio y competitivo.
“Reforzar la generación de electricidad renovable a nivel nacional y mejorar la eficiencia energética puede permitir a los Estados miembros sustituir las importaciones de combustibles fósiles por fuentes más económicas y sostenibles”, señala el documento.
Para que la transición energética sea una realidad, el informe establece tres líneas de acción urgentes:
La AEMA subraya la necesidad de electrificar el uso de energía en edificios e industria mediante soluciones como bombas de calor y rehabilitación energética profunda, lo que permitiría reducir drásticamente el consumo de gas en el corto plazo.
En el transporte, la apuesta por vehículos eléctricos, combinada con mejoras en infraestructuras para caminar, ir en bicicleta y usar el transporte público, será clave para avanzar en la descarbonización sin perder de vista el ahorro para los usuarios.
Para que estas transformaciones se consoliden, el informe advierte que hace falta alinear los precios y señales fiscales en todo el sistema energético, eliminando progresivamente las subvenciones a los combustibles fósiles, que alcanzaron cifras récord en 2022 y 2023. También reclama políticas más integrales que guíen las decisiones de consumo de hogares y empresas, especialmente en vivienda y movilidad.
En resumen, si Europa quiere mantener la competitividad de su industria, proteger a los consumidores de las crisis energéticas y alcanzar sus objetivos climáticos, debe redoblar sus esfuerzos por una transición energética equitativa, eficiente y 100 % renovable.