Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 99 % de la población mundial respira aire con niveles de contaminación perjudiciales para la salud. Pero ¿cuáles son los gases que más contaminan la atmósfera? ¿Nos afectan todos de igual manera? Ciertamente no. Un artículo recientemente publicado por BBVA ahonda en esta problemática. Los gases contaminantes liberados a la atmósfera tienen un impacto significativo tanto en el medio ambiente como en la salud humana.
Los expertos explican que la contaminación atmosférica se debe a la presencia de agentes químicos, físicos o biológicos en el aire, elementos que alteran las características naturales de la atmósfera. Algunos afectan directamente a la salud humana o de otros seres vivos, mientras otros son perjudiciales para los materiales o alteran el clima del planeta. Muchos de estos contaminantes son de origen humano, es decir, se generan a través de nuestras actividades (como la quema de combustibles fósiles, por ejemplo), pero también los hay de origen natural. La publicación expone que estos son los principales gases que contaminan la atmósfera:
1. Clorofluorocarbonos: Los clorofluorocarbonos (CFC) son gases sintéticos desarrollados a principios del siglo XX como, sobre todo, aislantes térmicos y refrigerantes. Son estables e inocuos para la salud en la superficie terrestre, pero cuando suben a las capas altas de la atmósfera se convierten en uno de los contaminantes más perjudiciales. Son un potente gas de efecto invernadero (ya que retiene energía en la atmósfera) y destruyen la capa de ozono que nos protege de las radiaciones más dañinas del sol. Los investigadores advierten que los CFC son los principales causantes del agujero de la capa de ozono y la razón principal por la que en 1987 se firmó el protocolo de Montreal, un plan que ha servido para reducir y eliminar casi por completo la producción de cerca de 100 sustancias químicas que dañaban el ozono en la estratosfera, incluyendo los CFC.
2. Dióxido de carbono, metano: Hay otro gran grupo de gases conocido por su papel en el cambio climático: los gases de efecto invernadero. El dióxido de carbono o CO2 no es el más potente de este grupo, pero sí el más importante, dado que su concentración en la atmósfera es bastante elevada. En la actualidad, la capa de aire que rodea la Tierra tiene 419 partes por millón de CO2, un 50 % más que antes de la revolución industrial. Este incremento se debe, sobre todo, a los combustibles fósiles.
El metano o CH4 es el segundo gas de efecto invernadero en importancia. Es 35 veces más potente que el CO2 a la hora de atrapar calor en la atmósfera, pero su vida es mucho más corta y su concentración también es menor. Según datos de la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, en su traducción al español) de EE. UU., la atmósfera contiene 1.895 partes por cada mil millones de metano, una concentración un 162 % mayor que antes de la revolución industrial. Los principales emisores de metano son la producción y el transporte de carbón, petróleo y gas, así como la ganadería y la agricultura. Cabe recordar que frenar el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y empezar a reducir la concentración de CO2 y metano en la atmósfera es el principal objetivo del Acuerdo de París. Para ello, según la hoja de ruta pactada en dicho documento, todos los países del planeta deberán trabajar para que sus economías sean neutras en carbono (es decir, para que lo que emiten y lo que absorben se contrarreste) antes de 2050.
3.Monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y ozono: En los espacios cerrados, uno de los gases más peligrosos para la salud es el monóxido de carbono, un gas incoloro e inodoro que se puede generar durante la combustión y que dificulta el transporte de oxígeno en la sangre. Al aire libre, se diluye con facilidad (aunque en las ciudades a veces se registran picos de concentración peligrosos), pero si se acumula en el interior de una vivienda puede resultar muy tóxico e, incluso, mortal. Por otro lado, cuando los óxidos de nitrógeno (sobre todo, NO y NO2) reaccionan cerca de la superficie terrestre con compuestos orgánicos volátiles generados también por la combustión, producen ozono. Este gas, tan beneficioso en las alturas, donde nos protege de la radiación ultravioleta del sol, irrita el sistema respiratorio, reduce la función pulmonar, inflama y daña las células de las vías respiratorias y multiplica las probabilidades de sufrir un accidente cardiovascular.
4. Dióxido de Azufre (SO2): Proveniente principalmente de la quema de combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón, este gas puede causar problemas respiratorios, exacerbación del asma y otros trastornos respiratorios. También puede contribuir a la formación de lluvia ácida.
5. Óxidos de Nitrógeno (NOx): Producidos por la combustión de combustibles fósiles en vehículos y plantas industriales, los NOx pueden irritar las vías respiratorias, empeorar el asma y otros problemas respiratorios, y contribuir a la formación de smog y partículas finas en el aire.
6. Partículas en Suspensión (PM2.5 y PM10): Estas partículas son pequeñas partículas sólidas o líquidas suspendidas en el aire. Pueden penetrar profundamente en los pulmones y el torrente sanguíneo, causando problemas respiratorios, enfermedades cardíacas, exacerbación del asma y otras enfermedades pulmonares.
7. Compuestos Orgánicos Volátiles (COV): Liberados por la quema de combustibles fósiles y otros procesos industriales, los COV pueden contribuir a la formación de smog y partículas finas. Algunos COV también están relacionados con problemas de salud como irritación de los ojos y las vías respiratorias, y pueden ser carcinógenos.
8.Ozono Troposférico (O3): El ozono en la troposfera (la capa más baja de la atmósfera) es un componente del smog y puede causar problemas respiratorios, empeoramiento del asma y otros efectos en la salud.
9. Hidrofluorocarbonos (HFC) y Perfluorocarbonos (PFC): Utilizados en la industria y en sistemas de refrigeración, estos gases pueden contribuir al calentamiento global y también pueden tener efectos adversos en la salud humana en caso de fugas accidentales.