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La crisis sistémica que se desató tras la llegada del coronavirus ha afectado en mucha mayor medida a las personas en situación de pobreza que a los ricos. Si bien la pandemia ha hecho estragos en la economía de todos los países, es claro que las consecuencias no han impactado de igual forma en todos los sectores. En este contexto, Oxfam advierte a los Gobiernos que tienen una ventana de oportunidad para construir una economía más inclusiva tras la COVID-19, para esto sugieren cinco claves que pueden guiar la acción y las políticas públicas.

La ONG Oxfam afirma que la pandemia pasará a la historia como la primera vez en que la desigualdad se incrementó al mismo tiempo en prácticamente todos los países del mundo. Sin embargo, no todo el mundo se verá afectado de la misma forma. El virus ha exacerbado las desigualdades económicas, de género y raciales, agravando la pobreza y la injusticia en casi todos los puntos del planeta. Mientras muchas de las personas y empresas más ricas del mundo continúan prosperando y has incluso se han visto beneficiadas tras la pandemia, cientos de millones de personas se han visto sumidas en una situación de falta total de recursos.

Ya lo hemos dicho y lo volvemos a afirmar: la desigualdad es más peligrosa que el virus. Y esta problemática es de larga data. El mundo ya era un lugar desigual previo a la llegada de la pandemia. Según datos de la ONG, durante 40 años, el 1 % más rico de la población ha duplicado los ingresos de la mitad más pobre de la población mundial. Pero esto se ha visto empeorado y agravado tras la inesperada llega del virus que cambió nuestra vida para siempre.

Oxfam afirma que, desde el inicio de la pandemia, los 10 hombres más ricos del mundo han ganado medio billón de dólares, una cifra que financiaría con creces una vacuna universal para la COVID-19 y que garantizaría que nadie cayese en la pobreza como resultado de esta crisis. Asimismo, si la presencia de hombres y mujeres en trabajos mal remunerados y precarios, que han sido los que más se han visto afectados por la crisis de COVID-19, fuese totalmente equitativa, 112 millones de mujeres dejarían de tener un riesgo elevado de perder sus ingresos o empleos. La esperanza que supuso la llegada de la vacuna fue un respiro para el mundo entero. Sin embargo, una vez más la injusticia se hizo sentir. Se estima que 9 de cada 10 personas en países pobres no podrá vacunarse este año contra la COVID-19, mientras los países más ricos han comprado tantas dosis como para vacunar a toda su población cerca de tres veces.

Otro dato que muestra la ong es que, durante los primeros meses de la pandemia, el hundimiento de los mercados bursátiles de todo el mundo provocó que los milmillonarios sufriesen pérdidas considerables. No obstante, este revés fue transitorio. En tan solo nueve meses, las mil personas más ricas del mundo ya habían recuperado toda la riqueza que habían perdido debido a la COVID-19, mientras que las personas en mayor situación de pobreza podrían necesitar más de una década para recuperarse de los impactos económicos de la crisis.

Es posible afirmar entonces que, desde la irrupción del virus, las personas ricas son más ricas y las pobres, más pobres. Oxfam brinda cifras alarmantes: se estima que el número total de personas en situación de pobreza podría haberse incrementado entre 200 y 500 millones de personas más en 2020. En esta misma línea, Naciones Unidas han estimado que el número de personas en situación de hambre extrema podría incrementarse hasta los 270 millones para finales de 2020 como consecuencia de la pandemia; un aumento del 82 % con respecto a 2019. Esto podría significar que, para finales de 2020, entre 6000 y 12 000 personas podrían morir de hambre cada día como consecuencia de la crisis.

Sin mencionar que la crisis afecta principalmente a las mujeres y a los grupos étnicos y racializados. Los Pueblos Indígenas, y las comunidades históricamente excluidas y oprimidas en todo el mundo quienes sufren las consecuencias más graves de esta crisis. Ante este panorama tan complejo y poco alentador, Oxfam insta a los gobiernos a tomar medidas a urgentes y generar las condiciones políticas para construir una economía más justa e inclusiva, que proteja al planeta y acabe con la pobreza. Una economía más humana y al servicio de todas las personas. En este sentido, se proponen cinco medidas clave para construir un futuro mejor:

1. Reducir la desigualdad y valorar aquello que importa: La construcción de nuestro nuevo mundo debe basarse, en primer lugar, en una reducción radical y sostenida de la desigualdad. Los Gobiernos deben impulsar economías que funcionen para las mujeres negras que viven en situación de pobreza, y no solo para los hombres blancos y ricos. Deben ir más allá del PIB y empezar a valorar aquello que verdaderamente importa como, por ejemplo, los millones de horas de trabajo de cuidados sin remunerar que realizan las mujeres y que permiten prosperar a las personas más ricas.

2. Invertir en servicios públicos gratuitos y universales: No solo las enfermedades matan personas. También lo hace la injusticia social. La crisis del coronavirus ha puesto al descubierto la incapacidad de nuestro sistema económico, profundamente desigual, de beneficiar al conjunto de la sociedad. Las administraciones deben invertir en servicios públicos gratuitos y de calidad, ya que tienen un poder incomparable para reducir la desigualdad.

3. Garantizar trabajos dignos y salarios justos para todas las personas: Las desigualdades deben abordarse de raíz para que no se sigan produciendo. Para ello, las empresas tendrían que reestructurarse, de tal manera que su prioridad sea el conjunto de la sociedad, y no repartir dividendos cada vez más cuantiosos entre sus ya de por sí ricos accionistas. Asimismo, los Gobiernos como empresas deben reconocer, reducir y redistribuir el volumen de trabajo de cuidados mal remunerado o no remunerado, que recae principalmente sobre las mujeres.

4. Hacer que los más ricos paguen los impuestos que les corresponden: La crisis del coronavirus debe suponer un punto de inflexión en la tributación de las personas más ricas y las grandes empresas. Es necesario contar con un sistema tributario progresivo que grave de manera justa a los más ricos de la sociedad debe ser la piedra angular de una recuperación justa de la crisis, ya que permitirá invertir en un futuro justo y verde.

5. Hacer frente a la crisis climática: La crisis climática es la mayor amenaza existencial a la que el ser humano se haya enfrentado jamás. Ya está destruyendo medios de vida y arrebatando vidas en las comunidades en mayor situación de pobreza e históricamente oprimidas. Debemos construir una economía verde que ponga fin a la degradación del planeta y lo preserve para las futuras generaciones.

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