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La entidad bancaria, que ha renovado recientemente su presencia en el Dow Jones Sustainability Index (DJSI), considera la reducción de su huella ambiental una prioridad en materia de medio ambiente. El Santander trabaja en esta línea con planes como el desarrollado entre 2011 y 2015 para moderar en un 20% las emisiones de CO2 (y su consumo eléctrico en el mismo porcentaje) en 10 países donde está presente

Esta estrategia continúa ahora con un nuevo plan trianual que finalizará en 2018, y que recoge más de 200 medidas en los mismos 10 países, así como en los Centros de Procesos de Datos (CPD). En esta ocasión el objetivo es reducir en un 9% su emisión de CO2, para lo que tiene prevista la compra de electricidad verde y la selección de proveedores de electricidad según su mix energético. 

El nuevo plan pretende asimismo disminuir en un 9% el consumo eléctrico de los edificios que utiliza el banco, y en un 4% el consumo de papel, e incluye campañas de concienciación y sensibilización medioambiental entre los empleados del Santander. 

A lo anterior se unen medidas para minimizar el consumo de energía (electricidad y gas natural), pensadas para optimizar los espacios de trabajo y aumentar la eficiencia de los equipos de climatización e iluminación, y de las calderas. El ahorro de energía se materializa también en la nueva política de viajes del Santander, que promueve, por ejemplo, el uso de salas de telepresencia, videoconferencia y nuevas tecnologías, y fomenta el viaje en tren en lugar del avión. 

Por otra parte, el banco se ha fijado como meta la reducción del 4% en consumo de papel de aquí a 2018 con la implantación de ideas para su uso racional. 

La política de sostenibilidad de Banco Santander hace referencia igualmente a la gestión de los riesgos ambientales en operaciones de financiación en sectores y actividades sensibles. En este sentido, la actividad financiera del banco se debe ceñir a los criterios de las políticas sectoriales que establecen las prohibiciones de financiación a determinadas actividades y las  restricciones a algunas otras relativas a energía y soft commodities (productos como aceite de palma, soja y madera). Van más allá de los Principios de Ecuador, se aplican a todas las operaciones de banca mayorista y, en el caso de las actividades prohibidas, a todas las operaciones de banca comercial. 

Por su parte, la política de cambio climático recoge el marco de actuación para la protección del medio ambiente, e incorpora el nuevo marco climático internacional surgido tras el Acuerdo de París. 

Asimismo, el banco contribuye a minimizar los efectos del cambio climático mediante la financiación de proyectos de eficiencia energética y energías renovables. Concretamente en 2015 el banco participó en la financiación de un total de 7.362 MW (un 42% más que en el año anterior) generados en parques eólicos hidroeléctricas y plantas fotovoltaicas. 

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