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Escribo en estas páginas para hacer público que he expropiado 492.000 euros a 39 entidades bancarias a través de 68 operaciones de crédito. Si incluimos los intereses de demora, la cifra actual de la deuda es de más de 500.000 euros que no pagaré.

 

 Ha sido una acción individual de insubmisión a la banca que he llevado a cabo premeditadamente para denunciar al sistema bancario y para destinar el dinero a iniciativas que alerten de la crisis sistémica que estamos empezando a vivir y que intenten construir una alternativa de sociedad.

 

Se trata de una acción ajena a cualquier tipo de violencia, que reivindico como una nueva forma de desobediencia civil, a la altura de los tiempos que corren. Cuando la financiación al consumo y la especulación son dominantes en nuestra sociedad, ¿qué mejor que robar a los que nos roban y repartir el dinero entre los grupos que denuncian esta situación y construyen alternativas?

 

¿Cómo he podido conseguir tanto dinero sin propiedades ni avales?

 

Tras algunas investigaciones y pruebas, en la primavera del 2006, empecé a llevar adelante de manera definitiva esta idea haciendo creer, según el caso, a los diversos bancos, cajas y establecimientos financieros de crédito que me quería reformar el piso o comprar un coche. En algunos casos, también a través de una empresa creada con el propósito de poder justificar determinadas inversiones como la compra de material audiovisual para una productora.

 

La ventaja de pedir un préstamo desde una empresa es que la deuda como empresa, aunque sea una empresa unipersonal, no aparece en tu historial de deuda personal, de modo que puedes ir aumentando tu endeudamiento indefinidamente sin que el CIRBE (sistema de información sobre deudas del Banco de España) lo detecte. Existen otras maneras de engañar al CIRBE que explicaré a quien quiera realizar una acción con una finalidad similar a la de la mía.

 

Estos préstamos eran solicitados sin ninguna garantía ni de otra persona ni de ninguna propiedad, simplemente con mi firma. Con una profesión inventada y una buena nómina falsa que hacía creer que ganaba de sobras para acceder a la financiación. El quid de la cuestión es que los bancos no tienen manera alguna de comprobar si una nómina que les presentes es real o no, siempre y cuando la empresa y la persona existan realmente.

 

También había que presentar los extractos bancarios adecuados, que conseguía haciendo circular el dinero de cuentas de empresa a cuentas personales a través de transferencias de nóminas para simular ingresos personales, que los bancos se creían. En algunos casos me pedían el contrato de trabajo, la declaración de la renta o la vida laboral. A mis empresas les pedían las declaraciones del IVA trimestral y, cuando ya tenían más de un año, el impuesto de sociedades.

 

A todo esto se puede responder adecuadamente, y a veces con información real. Si no, con una impresora, fotocopiadora, tijeras y celo, ¡se hacen maravillas!
En algunos casos, tuve que comprar el coche para el que había solicitado el préstamo, y después me lo tuve que vender todo antes de dejar de pagar para que no me lo pudiesen embargar i así tener más fondos para financiar las luchas.

Sorprenderá que haya conseguido esto, 492.000 euros sin avales ni garantías, en un contexto de contracción del crédito. Es una demostración de cómo la banca promueve el endeudamiento de las familias por encima de cualquier control y de cualquier medida de prevención de riesgos y de sentido común.

Como conclusión, hay un hecho que nos puede ayudar a entender las posibilidades y oportunidades que hay para este tipo de acción: los bancos y las entidades financieras necesitan conceder créditos, porque es una de sus maneras principales de obtener beneficios y porque, como ya hemos explicado en otro artículo anterior, el sistema financiero necesita que cada vez se firmen más créditos para poder crear cada vez más dinero. Es una rueda que no se detendrá hasta que colapse el sistema. Nosotras, en lugar de seguir ayudando a que la rueda gire pidiendo créditos para producir o para consumir, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de ponerle trabas, heciéndoles creer que queremos créditos y que así podrán crear este dinero gracias a nosotras. Después, al no devolver los préstamos, hacemos desaparecer este dinero y el que se había creado de la nada, con la garantía que habíamos firmado de devolución de las deudas. Este sistema funciona a partir de la confianza y si mediante formas de actuación como estas, conseguimos sembrar desconfianza, podremos abolirlo (destruirlo?)!

¿Por qué esta acción?

Esta crisis que se ha explicado en artículos anteriores, especialmente en su vertiente energética, era de prever. Hace tres años conocí las refleciones acerca del cénit del petroleo y pensé que en el momento en que se desencadenara la crisis sería fundamental que estuviésemos preparadas. Ésta podría ser una oportunidad para el cambio social, un momento que se tenía que aprovechar. Pero si no nos preparábamos, el futuro podría llegar a ser incluso mucho peor de lo que tenemos ahora, dado que la gestión de la escasez dirigida desde poderes económicos y políticos podría llevarnos hacia un nuevo fascismo.
A menudo, uno de los inconvenientes que encontramos cuando hablamos de transformación social en la actualidad es que nos cuesta identificar a los enemigos principales. No en vano, ya juegan bien sus cartas para que cueste identificarlos. Como hemos visto en el artículo que hablaba del sistema financiero, hay mecanismos escondidos y perversos que hacen que una minoría controle la creación de dinero y, a partir de ello, hacen que el sistema económico se mueva al ritmo que más les interesa. Desenmascarar a esta minoría, a este sistema bancario que nos lleva al colapso ecológico, me parecía fundamental y fue una motivación clara para llevarme a realizar esta acción de insumisión financiera y hacerla pública.
Otra razón de peso fue el poder fortalecer a los movimientos sociales para que se pudiesen preparar para la crisis, ensayando las alternativas que pueden convertirse en el ejemplo de una forma de vida viable cuando ésta estalle. Creía que para esto hacía falta más dinero del que podemos conseguir por otros medios, ya que, según mi experiencia en los movimientos sociales, uno de los factores limitadores importantes de los proyectos transformadores ha sido siempre la falta de capacidad económica para echar adelante proyectos estratégicos que se puedan iniciar cuando se crea conveniente y mantener con el tiempo.

Hay alternativas de sociedad que empiezan a ponerse en marcha desde la práctica y sin ideas demasiado preestablecidas. Hay muchas iniciativas que, desde la autonomía y la autogestión, están empezando a practicar formas de vida en las que creen como alternativa al sistema capitalista actual. Hay esfuerzos claros y decididos para coordinarse y organizarse conjuntamente en red, para empezar a poner en práctica otro modelo de sociedad. El camino ya ha empezado, ahora hay que mantenerlo y darle fuerza.

¿A quién ha ido el dinero?

Una vez pagadas comisiones, intereses, notarios, impuestos y gastos varios relacionados con la acción y que no forman parte del dinero disponible para el cambio social, quedaron unos 360.000 euros que se han destinado, entre otros, a la publicación que tienes entre tus manos1. Los demás destinos han sido diversas acciones e iniciativas destinadas tanto a concienciar sobre la crisis sistémica (energética, alimentaria, económica...) como, especialmente, a impulsar un anplio movimiento social que ponga en marcha otras maneras de vivir en sociedad mientras se enfrenta al modelo capitalista actual, teniendo como objetivo el de sustituirlo.

No daré detalles en este escrito para no poner en problemas a los proyectos que han recibido este dinero sin ser responsables de ello, pero confío que la memoria de las personas con quien he compartido momentos en los últimos tiempos activará el boca-oreja que hará que mucha gente pueda saber con seguridad que el destino de los fondos ha sido orientado en este sentido.

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