El calentamiento global y sus repercusiones siguen agravándose. Este fenómeno está relacionado directamente con la pérdida de biodiversidad y la interdependencia de estos dos retos cruciales intensifica los desequilibrios. Sin ir más lejos, el verano de 2023 ha estado marcado por incendios devastadores. En Canadá, cerca de 16,5 millones de hectáreas de bosques —grandes absorbentes de CO2 gracias a su vegetación— han sido pasto de las llamas, lo que equivale a la superficie de Túnez. En Grecia, la cifra se eleva a más de 120.000 hectáreas al final del verano y en Tenerife más de 15.000 hectáreas (el equivalente a más de 20.000 campos de fútbol) quedaron arrasadas.
Lo cierto es que estamos ante un caso extremo de retroalimentación continua: el calentamiento global provoca el aumento de las temperaturas extremas y las sequías, lo que da lugar a «megaincendios», esos fuegos de una magnitud inusitada e incontrolables, y la liberación masiva de CO2 aceleran aún más el cambio climático.
Esta situación no solo tiene un impacto en el medio ambiente, sino que afecta también a los cálculos de las empresas, los mercados financieros y, en un contexto más general, al conjunto de la economía. En 2023, después de que los meses de junio, julio y agosto fueran reconocidos como los más calurosos registrados en la Tierra, con una temperatura media en el planeta de 16,77 grados[1], el PIB mundial podría verse mermado en 0,6 puntos[2] solo por este motivo.
Ante este panorama, la inversión de impacto cotizada se ha visto ante la necesidad de empezar a priorizar estos retos relacionados con el clima y la biodiversidad. Ante la confluencia de desafíos, todos los sectores de la economía deben recibir apoyo y, en nuestra opinión, estamos convencidos de que el papel de la inversión de impacto es decisivo para dirigir capitales hacia las empresas comprometidas. Es el camino, audaz y singular, que han escogido algunos actores de la gestión de activos: incorporar empresas de todos los sectores para iniciar o acelerar su transición climática y medioambiental.
Un ejemplo lo tenemos en Neste, un grupo finlandés especializado en el refino de combustibles fósiles, que ha iniciado un proceso de transformación profundo y rápido. ¿Con qué objetivo? Convertirse en un actor 100% renovable. Para conseguirlo, Neste ha creado un diésel 100% renovable a partir de materias primas como las grasas y los aceites de pescado usados. Esta innovación reduce hasta en un 90 % las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a un diésel clásico usado en el transporte por carretera, por ejemplo, sin necesidad de modificar los vehículos ni las infraestructuras. El objetivo de Neste es reducir las emisiones de sus clientes en 20 millones de toneladas al año de aquí a 2030.
Otro ejemplo es Tomra, un actor pionero que apuesta por la economía circular. Esta empresa noruega diseña y explota sistemas de recuperación y reciclaje de envases, sobre todo para comercios. Consciente del papel protagonista del reciclaje en la transición climática, Tomra se ha fijado como objetivo duplicar por medio de sus actividades las emisiones de gases de efecto invernadero evitadas hasta 2030. He ahí una iniciativa reseñable basada en el conocimiento de que los gases de efecto invernadero envuelven la Tierra y retienen el calor del Sol, lo que contribuye al calentamiento global.
En definitiva, para poder alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, es primordial invertir la curva mundial de las emisiones antes de 2025[3]. Aunque aún hay mucho camino por recorrer, merece la pena resaltar que ya se están llevando a cabo varias iniciativas a favor de estos objetivos, por ejemplo, la Net Zero Asset Managers, una coalición internacional de inversores a la que se adhirió La Financière de l’Echiquier en 2021 y que promueve el objetivo de conseguir las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050. Acciones como esta refuerzan nuestro compromiso, y el del resto de actores que están jugando un rol activo y proactivo en la consecución de dichos objetivos, en favor del clima y la neutralidad en emisiones de carbono. El reto es vital y actuar ya no es una opción, sino una prioridad.
*Información legal importante: Los valores citados se mencionan a título ilustrativo. No está garantizada ni su presencia en las carteras gestionadas ni su rentabilidad. Se advierte al inversor de que su inversión en fondos de impacto no genera un impacto directo en el medio ambiente y la sociedad, sino que el fondo trata de seleccionar e invertir en empresas que responden a criterios precisos definidos en su estrategia de inversión.
[1] Observatorio europeo Copernicus, 2023
[2] Allianz, 2023