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Reactivar el sector de la sostenibilidad

Llevo toda mi carrera trabajando en el ámbito de la sostenibilidad y el sentimiento de frustración entre mis colegas nunca ha sido tan generalizado como ahora. Parece, pues, un momento crítico para pensar cómo vamos a abordar esta cuestión y restablecer la agenda de sostenibilidad en la gestión de activos.

En un reciente evento sobre los Principios de Inversión Responsable, al que asistieron altos cargos de todo el mundo, era palpable el sentimiento de exasperación entre estos experimentados líderes, todos ellos atraídos a este ámbito porque quieren hacer el bien. La magnitud de los retos mundiales de los que venimos hablando desde hace casi 30 años, la carga cada vez mayor de la reglamentación en este sector y la continua falta de una acción real que mueva los hilos resultan extremadamente desalentadoras. Entonces, ¿por dónde debemos empezar para reactivar el sector y avanzar?

En primer lugar, es esencial admitir que las soluciones al cambio climático, la deforestación, el aumento de las inundaciones, la pérdida de especies y todos estos otros problemas catastróficos no pueden surgir únicamente de la industria de la inversión. Sin duda, nuestro sector debe hacer todo lo posible, aunque los gobiernos deben asumir su responsabilidad. Actualmente, no están haciendo lo suficiente y no están dando la visibilidad necesaria a medio y largo plazo.

Queda mucho por hacer para conseguir un mundo sostenible y sin emisiones netas en el futuro. Sería muy útil contar con una normativa global simplificada que pusiera fin al lavado verde y protegiera a los consumidores, con el fin de reducir la maraña de normas, directrices e iniciativas diferentes en cada región a la que nos enfrentamos en la actualidad. Éstas ya no son barreras de seguridad adecuadas, sino que se han vuelto tan prolíficas y complejas que es casi como si estuvieran diseñadas para disuadir a los gestores de activos de seguir desarrollando sus procedimientos y productos ESG.

Con tanto escrutinio, regulación y controversia, no es de extrañar que los profesionales de la sostenibilidad sientan la presión. ¿Qué podemos hacer ahora? Sin duda, necesitamos una mayor simplificación y normalización de la normativa. Además, también es útil aunar a los expertos en sostenibilidad del sector para fomentar la colaboración y la innovación. Es alentador oír que muchos grandes gestores de activos están contratando a miembros de grupos de presión medioambiental y grupos de reflexión para que aporten nuevas ideas y conocimientos.

Mientras tanto, ¿qué podemos hacer los inversores responsables activos para ser lo más eficaces posible e impulsar un cambio significativo en todos los sentidos? No cabe duda de que debemos analizar cada inversión con un rigor cada vez mayor, tal y como se concibió en un principio la ESG. Es esencial que los inversores miren con frialdad y claridad los riesgos concretos a los que se enfrenta una empresa, tanto por el impacto que tiene en el mundo como por el impacto que tendrá en ella un mundo cambiante.

También seguimos comprometiéndonos, ahora de muchas más formas que antes, con todas las empresas en las que invertimos, en las que votamos, en las que opinamos. Hablamos con las compañías sobre emisiones, contaminación, buenas prácticas laborales, planes de transmisión de energía, reeducación de la mano de obra... cada año hay más temas en los que participar, desde la diversidad en los consejos de administración hasta la biodiversidad.

Es fundamental ser crítico y no limitarse a aprobar cosas que suenan impresionantes. Por ejemplo, hemos decidido abstenernos a lo largo de 2023 en las llamadas votaciones " Say on Climate " (Diga sobre el clima en español) propuestas por la dirección de las empresas, porque tenemos reservas sobre estas votaciones y su eficacia. Una propuesta "Say on climate" implica que una empresa divulgue sus emisiones, presente un plan para gestionarlas y celebre una votación sobre ese plan. Sin embargo, se ha demostrado que la divulgación por sí sola no es especialmente eficaz a la hora de conducir a la acción, y presentar la estrategia climática como un elemento independiente corre el riesgo de disminuir tanto la integración del clima en la estrategia como la responsabilidad directa y la rendición de cuentas del consejo y de los directores individuales

Así pues, uno de los objetivos de nuestra política de voto este año es poner en evidencia a las empresas rezagadas en materia de emisiones y conseguir que adopten medidas mucho más concertadas.

A pesar de todos los obstáculos y retos que nos rodean y que nos aguardan, sigue siendo nuestra responsabilidad analizar de cerca y con espíritu crítico todo lo que se está creando hoy y evaluar cómo está ayudando o dificultando la construcción del futuro que queremos ver. Esperemos que concentrarnos de nuevo en este objetivo claro devuelva el propósito, e incluso la ilusión, a la sostenibilidad.

En este artículo se habla de:
OpiniónPrincipios de Inversión Responsable

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