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Cada año, el 7 de abril se impregna de lemas, retóricas y supone una ventana de oportunidad para crear espacios en torno a una cuestión vital para cada ser humano: la salud. Hay 33.000 personas en situación de sinhogarismo en España, que, en su conjunto, suponen un fenómeno social y un problema sistémico, pero que, por separado, el rostro de cada una de esas personas esconde una realidad dramática. ¿Dónde queda mi salud si vivo en la calle? La OMS define la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente por la ausencia de afecciones o enfermedades». Hoy, en el Día Mundial de la Salud, cabe hablar y, por qué no decirlo, apostar, por cambiar la realidad de la salud de las personas en situación de sinhogarismo.
No hay salud sin hogar

Cada año, el 7 de abril se impregna de lemas, retóricas y supone una ventana de oportunidad para crear espacios en torno a una cuestión vital para cada ser humano: la salud.  Hay 33.000 personas en situación de sinhogarismo en España, que, en su conjunto, suponen un fenómeno social y un problema sistémico, pero que, por separado, el rostro de cada una de esas personas esconde una realidad dramática. ¿Dónde queda mi salud si vivo en la calle? La OMS define la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente por la ausencia de afecciones o enfermedades». Hoy, en el Día Mundial de la Salud, cabe hablar y, por qué no decirlo, apostar, por cambiar la realidad de la salud de las personas en situación de sinhogarismo.

La mayoría de las veces en relación al sinhogarismo es más prioritario plantear las preguntas que encontrar la respuesta, porque aquellos problemas sociales para los que las respuestas tradicionales no funcionan requieren de un cambio en los esquemas mentales y estos, se cristalizan en el ejercicio de dejar de dar respuesta cambiar las preguntas

Quizá, podríamos empezar por saber por qué el 30% de las personas sin hogar sufre enfermedades graves. O, ¿qué esconde el dato de que el 30% de estas personas hayan intentado suicidarse? Siguiendo con el ejercicio cabe preguntarse, porqué si estás atrapado por el sinhogarismo tienes, de media,  30 años menos de esperanza de vida que la población general, que tú y que yo. ¡30 años menos! En este caso, la única pregunta posible es ¿Cómo vamos a evitar que esto siga pasando?

Evitar, por ejemplo, que el alta sanitaria para una persona sin hogar, lejos de ser motivo de alegría, sea una decepción que le devuelve a la desprotección de la calle; Que por vivir en la calle la persona que necesite un trasplante no pueda tener acceso a él.  Todo ello recorre un mismo planteamiento: ¿dónde ponemos el acceso a la salud? ¿Qué hay de las personas en situación de sinhogarismo que reciben el informe que les comunica que pueden pasar su convalecencia en su casa? ¿En qué casa?

No es una cuestión de caridad, ni de beneficencia, es una cuestión de justicia social. De hecho, igual que el artículo 47 de la Constitución Española recoge que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada, el artículo 43 reconoce el derecho a la protección de la salud. “Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios.”

Una persona con diabetes que se ve obligada a vivir en la calle tiene una probabilidad infinitamente mayor de que su enfermedad se descompense, o de sufrir una amputación a causa de ello. Alguien que padece cáncer y vive en la calle se expone a no recibir quimioterapia porque no se dan las condiciones adecuadas para soportar el proceso. Así cuando llegue a urgencias después de un tiempo sin el tratamiento adecuado, será tarde y estará expuesto a factores de riesgo que empeorarán su salud. Y es que, la enfermedad engendra pobreza y la pobreza engendra enfermedad.

El término salud proviene del latín, sanitas, y alude no solo a un buen estado físico, sino a la salud como cualidad de estar sano. Por ello, es necesario entender, ampliar y hacer que el Día Mundial de la Salud sirva para seguir integrando la salud como derecho, como derecho humano y como derecho constitucional.

Por todo ello, en HOGAR SÍ, hemos implementado una solución sencilla que surge de una realidad demoledora: el acceso al sistema sanitario que nos protege no es igual ni automático para todo el mundo.   Para dar respuesta hemos puesto en marcha varios centros en los que atendemos a personas sin hogar en períodos de convalecencia, con enfermedades crónicas o con necesidad de cuidados paliativos. Buscamos garantizar el derecho a los tratamientos y cuidados sanitarios de las personas sin hogar mediante el acceso a los servicios públicos y las redes normalizadas de atención.

Esta solución entiende la vivienda como la base necesaria para el acceso a la salud.  por lo que ofrece un hogar temporal, como base segura, y los servicios de un equipo multidisciplinar de profesionales que acompañan a las personas para que accedan al sistema sanitario al que tienen derecho en igualdad de condiciones y que inicien y/o consoliden procesos de recuperación e integración social. En el caso de las personas con enfermedades terminales el recurso se orienta a la posibilidad de recibir los cuidados paliativos y el acompañamiento necesario para una enorme paradoja: Morir con dignidad es parte de tu salud.   

En este mundo sobran respuestas. En los últimos años hemos viajado por el tiempo de la mano de muchas crisis, de muchos tipos, meteorológicas, humanitarias, de salud, económicas. Hemos buscado refugio, hemos valorado más que nunca la palabra hogar y lo que significa estar sano. Sin embargo, las personas en situación de sinhogarismo han seguido sin casa, desprotegidos, desterrados, privados de la salud y, sobre todo, sin nombre. No hay salud sin casa. Es una cuestión de vida o muerte.

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Opiniónsalud

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