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A nadie le resulta peculiar encontrar en nuestras ciudades todo tipo de elementos que ayudan a que las personas con algún tipo de discapacidad puedan desenvolverse de una manera independiente. Semáforos con sonido, texturas especiales en el pavimento, rebajes en aceras, pasos de peatones elevados, ascensores con los pisos escritos en braille. Todos estos elementos forman parte de nuestro día a día y son claves para que dichas personas puedan acceder a espacios que antes les estaban vetados por temas arquitectónicos o sensoriales. Casi nadie, a día de hoy, discute la necesidad de incluir la accesibilidad a la hora de realizar una obra o un desarrollo urbanístico.
¿La accesibilidad web es un extra?

Sin embargo, en el mundo online el escenario no es el mismo. A diario, las personas con discapacidad se encuentran con barreras de acceso a la hora de realizar sus compras online, consultar su correo electrónico, realizar gestiones administrativas o consumir contenidos digitales. Esta barrera crea una brecha en el mundo digital que los convierte en ciudadanos y ciudadanas de segunda.

Nadie, en el mundo real, negaría el acceso a su negocio a una persona con movilidad reducida, o a una persona invidente. Pero, al no tener en cuenta los aspectos de accesibilidad web, es exactamente lo que están haciendo en el mundo online. Impiden que los usuarios con discapacidad llenen las arcas de su negocio.

Y esto es debido siempre a la misma razón. No hay mala intención para excluir a las personas con discapacidad, ni motivos de segregación a dichos colectivos. Pero la accesibilidad web se ve como un extra, como un plus añadido a nuestras aplicaciones y no como algo que debería tener “de serie”. Si es accesible, nuestra app es de alta gama. “Compre en nuestra nueva tienda online premium, con un 50% más de accesibilidad”.

Otro argumento para no tener en cuenta la accesibilidad web es que los colectivos con discapacidad no son nuestro target de negocio o no representan un tamaño suficiente que justifique la inversión. Pero en muchas ocasiones, se confunden las causas con los efectos. Es probable que no tengas muchos clientes invidentes (por ejemplo) porque nos les permites comprar tus productos o servicios.

Pero si nos salimos del reducido discurso económico, la situación es más desalentadora. Crear barreras de acceso a un colectivo social determinado atenta contra derechos fundamentales . Hay leyes en vigor que velan por salvaguardar ese derecho de acceso universal. Y ante esto hay poca excusa válida. Hay una regulación que marca qué es lo que hay que cumplir y, en muchas ocasiones, no se tiene en cuenta.

Y para terminar, solo poner sobre la mesa un último punto de vista. Crear una aplicación o un servicio online teniendo en cuenta los aspectos de accesibilidad web no solo facilita el uso a las personas con algún tipo de discapacidad, sino que también ayuda a la población en general.

Permitir rellenar un cuestionario online usando exclusivamente el teclado, o usar colores y tamaños de letra suficientemente legibles, o añadir subtítulos a determinados contenidos o cualquier otra ayuda que desarrollemos no es de uso exclusivo de usuarios con discapacidad; es algo que afecta positivamente a todos los usuarios y usuarias y por sí mismo justifica, aunque sea pensando solo en el propio beneficio, poner el foco en los aspectos de accesibilidad web.

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