Llevo años trabajando en la promoción y construcción de alianzas en favor de la causa de la infancia. No solo porque a los retos que nos enfrentamos no pueden resolverse solos, sino porque creo firmemente que contribuir a un mundo más justo, más responsable, y más sostenible es algo que inspira, moviliza y contribuye positivamente a aquellos que lo hacen. Las empresas que transitan hacia la sostenibilidad y son responsables con su entorno son más competitivas y atraen más inversión. Así que, podríamos decir, que añadir compañeros a este viaje no sólo es necesario, sino que es un buen negocio para los que deciden hacerlo.
Y no es una broma, los datos nos demuestran que esto es así. Cada vez más la sociedad -consumidores, empleados, inversores- espera de las empresas y organizaciones que se comprometan a buscar soluciones a la pobreza, la inequidad, o el cambio climático desde un abordaje complejo y multidimensional.
Que los Objetivos de Desarrollo Sostenible nos interpelen a todos -con un objetivo que promueve las alianzas-, que las empresas incorporen los criterios de ESG (Environmental, Social y Governance por sus siglas en inglés) para atraer la inversión, o que las marcas verbalicen su propósito como un pilar más de su negocio, son la prueba de que la dimensión social y medioambiental está (o debería estar) guiando la estrategia y los planes de crecimiento de las compañías. Necesitamos apostar de verdad por otra forma de hacer las cosas.
Las empresas que invierten en sostenibilidad -como las BCorp - tienen mejores resultados en muchos aspectos -ventas, percepción de marca, atracción de talento-. Pero no solo vale con ser sostenible, sino que también hay que contarlo. Comunicar el impacto de lo que hacemos y lo que conseguimos en el negocio y en aquello a lo que contribuimos positivamente a través de nuestras estrategias es importante porque sensibiliza a los consumidores y clientes; y además inspira a otras empresas para que hagan lo mismo.
Los problemas a los que nos enfrentamos son urgentes e importantes y nos necesitan a todos. En el caso de la infancia los retos son enormes, y la pandemia ha empeorado su situación. Pongo un par de ejemplos. La pobreza infantil en España, una grave violación del Derecho a una vida digna que sufre 1 de cada 3 niños, niñas o adolescentes en nuestro país, y que tiene consecuencias no sólo en su presente, sino también para el futuro de nuestra sociedad. Y también el trabajo infantil, del que son víctimas 152 millones de niñas, niños y adolescentes en todo el mundo, la mitad de los cuales realizan trabajos peligrosos. Los avances que habíamos hecho en este campo, integrando a los niños, niñas y adolescentes trabajadores en el sistema escolar, se han interrumpido con el cierre de las escuelas durante la crisis de la COVID-19.
Para resolver ambos problemas -y muchos otros- la educación es clave. Es la mejor herramienta para combatir la pobreza y acabar con las desigualdades sociales. Invertir en una educación equitativa y de calidad significa una sociedad más próspera, pero también más justa, equitativa e inclusiva. Para el presente de nuestros niñas, niños y jóvenes, pero también para nuestro futuro como sociedad. En Educo lo sabemos y por ello llevamos años trabajando en 14 países en favor de los Derechos de la Infancia. Más concretamente, usando el acceso a la educación como una herramienta de transformación social, que permite a las niñas, niños y adolescentes no solo a adquirir conocimientos y capacidades, sino también a defenderse mejor contra la violencia, tener acceso a una alimentación saludable, y participar en la toma de decisiones que afectan a sus vidas. Y no lo hacemos solos. Porque sabemos que los retos a los que nos enfrentamos son grandes, pero que se logran sumando pequeños cambios, constantes, sostenidos en el tiempo, con la contribución de muchos. Por eso buscamos aliados.
Y si todavía nos hace falta otro empujoncito para decidirnos a trabajar juntos, el 2021 nos brinda dos magnificas oportunidades para poner en práctica las alianzas con impacto social. La llegada de los fondos de recuperación europeos Next Generation, que conminan a las empresas a trabajar con organizaciones sociales y administraciones públicas para hacer frente a los retos que la crisis de la COVID-19 ha hecho más urgentes. Y el Año internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, en el que organismos de NNUU nos invitan a dar pasos para acabar con esta grave violación de los Derechos de la Infancia, y alcanzar la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
No nos dejemos sobrepasar por las cifras ni por la inmensidad de los retos. Materialicemos el propósito de nuestras organizaciones, del más grande al más pequeño, del más urgente al más global, poniéndonos a trabajar por ello. Pero hagámoslo juntos. Como aliados.