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No nos engañemos, la Responsabilidad Social Corporativa o Empresarial, en el fondo, no persigue la mejora de las condiciones sociales o laborales, sino la mejora productiva y competitiva. No se trata de producir menos o peor para proteger mejor al trabajador o al entorno, sino de cómo ser más competitivo, mejorando de forma simultánea las condiciones de vida de sus trabajadores y de su entorno.

Así, por ejemplo, cuando una empresa se deslocaliza, lo hace porque no es competitiva, desde un punto de vista económico, en el país que sale y si lo es en el que llega. No es socialmente responsable en el país que sale pero sí puede serlo en el país que llega.

Por tanto, si queremos que nuestras empresas sean socialmente responsables lo primero es tener unas condiciones laborales, económicas y sociales que favorezcan la inversión. Las empresas no son ONG, están hechas para un ganar dinero que; unas cantidades mínimas sobre la inversión revertirá hacia sus accionistas que, en la mayor parte de los casos, somos nosotros a través de nuestros fondos de pensiones o de inversión.

Si se dan estas condiciones, entonces pensará como retener a sus trabajadores clave, como tener mano de obra preparada de reserva, como hacer que su entorno esté contento con ella; en otras palabras deseará ser un miembro activo y reputado de la comunidad para así asegurar su subsistencia.

Sin lugar a dudas, para mejorar la idea de marca, jugará con la parte emocional de la ciudadanía (colaborar en la remodelación de edificios emblemáticos, colaborar con el equipo de futbol de la ciudad, colaborar con ONG, integrar discapacitados e inmigrantes o colaborar con organizaciones caritativas…). Y todo esto, pero todo esto, hecho desde el “core de la empresa”, manteniendo una ética empresarial es lo que podríamos denominar RSC.

Convendremos que la RSC está íntimamente relacionada con el denominado estado del bienestar y por ende con los impuestos que esta paga. Y por ende con la situación económica y social del país. Veamos dos ejemplos:

  • - A lo largo del siglo XIX, en las colonias industriales textiles en los cauces fluviales, desarrolladas a lo largo del cauce del río Llobregat en Barcelona (Can Vidal...) o la Colonia Güell de Santa Coloma de Cervelló (Barcelona), la empresa (ya que no lo hace el Gobierno) crea un importante patrimonio arquitectónico que deja constancia de las condiciones de vida de las familias de los trabajadores, con escuelas, centros sanitarios y lugares de esparcimiento u ocio, reflejando la visión paternalista de empresarios de aquellas épocas. Y lo hacían porque quiere retener  los trabajadores y tener mano de obra preparada, productiva. Y para ello invertir en mejorar las condiciones familiares y ocio es fundamental.

  • - En EEUU la educación constituyó el núcleo del pensamiento empresarial sobre la responsabilidad individual y colectiva y fue la principal beneficiada. Así, en el origen de muchas grandes universidades privadas norteamericanas como Harvard, Yale, Cornell, Princeton, Duke, Columbia, etc., nos encontramos con las aportaciones de importantes empresarios del momento. Al igual que la creación de grandes centros como el Metropolitan Museum o la Metropolitan Opera House de Nueva York.

En ambos casos y en general, los recursos no se concentran en los sectores más necesitados.

Podemos decir, sin lugar a equivocarnos que cuando mayor es la red del estado del bienestar menor es la necesidad teórica de la RSC Y cuanto mayor es el estado del bienestar es porque el Estado recibe más impuestos porque las empresas son más competitivas y por tanto aumenta el consumo privado. Veamos dos ejemplos:

  • - Cuando, por ejemplo Ensidesa u otras empresas se instalaron en los años 50 ó 60, en Asturias al igual que cualquier otra empresa mediana o grande, además de las instalaciones fabriles hubo que hacer viviendas sociales, zonas deportivas, colegios, escuelas de aprendices, tenían servicio médico propio…

  • - Cuando, por ejemplo General Motors se instala en Zaragoza en los años 80, los servicios sociales que prestó entonces Ensidesa, eran prestados ya por el Estado “en exclusiva” por lo que esta, exagerando, montó únicamente las instalaciones fabriles.

 La gestión del cambio que derivó que resucitó la RSC.

Todo cambió en los años 90, y los gestores del cambio iniciales fueron la Sra. Thatcher en Inglaterra y el Presidente Reagan en Estado Unidos. Ellos se dieron cuenta que la globalización está produciendo grandes desequilibrios, tanto entre los países como dentro de ellos. O tomaban medidas o sus economías iban a sucumbir.

La globalización ha generado un aumento del poder de la empresa en detrimento de los Estados. Las multinacionales y las empresas comerciales en general están fuera del alcance de lo que muchos estados pueden hacer para regularlas con eficacia. En este contexto económico, pueden promover, pero también impedir o incluso perjudicar, el desarrollo de políticas públicas o normativas, tanto a nivel nacional como internacional, que favorezcan un desarrollo más equilibrado y sostenible, la erradicación de la pobreza y el derecho a una vida digna.

Y los estados sabedores de su posición de debilidad tratan de atraer la inversión directa extranjera mediante la debilidad o laxitud de sus legislaciones nacionales (en el ámbito laboral, fiscal etc.), al buscar con ello, aun cuando esto dañe el desarrollo sostenible del país.

Esta situación se hace patente en los actuales procesos de deslocalización de procesos productivos. Las empresas buscan reducir sus costes, extendiendo su cadena de producción a países que habitualmente exigen o aplican menores garantías laborales o medioambientales. Por otra parte, el distanciamiento geográfico entre el lugar en el que la empresa toma las decisiones y los lugares donde éstas repercuten, unido a la proliferación de intermediarios y proveedores a lo largo de la cadena de producción y comercialización, lleva a diluir las responsabilidades sobre el impacto generado por la actividad de la empresa.

En resumen, el poder económico y político de muchas empresas es superior al de los estados donde desarrollan sus actividades, influyen en el marco legislativo nacional, que en materia fiscal, laboral o medioambiental les es de aplicación. Observamos como el sector privado está cada vez más involucrado en la prestación de servicios como el agua, la energía, la salud o la educación, servicios que tradicionalmente eran proporcionados por el sector público y que tienen un gran efecto sobre la vida de las personas.

Esta reducción de retornos al estado ha de revertir, de una u otra forma, en apoyo ético a la sociedad.

Cual es el objetivo final.

Los objetivos de la RSC son básicamente dos:

  • - eliminar las limitaciones de productividad de la economía europea frente a la norteamericana o la asiática. Según datos de la OCDE, el valor promedio anual en Europa invertido por las empresas en formación es el 6% de la masa salarial (en España el 3,5%), mientras que en EEUU es el 11%, lo que evidencia las ventajas competitivas de unos sobre otros.

  • - influir para lograr lo que no ha conseguido la globalización: responder a las expectativas de los más desfavorecidos, muchos de los cuales viven en el limbo de la economía informal, sin derechos legales, subsistiendo de manera precaria en los márgenes de la economía global y con pocas posibilidades de subvertir esta situación.

En otras palabras, cambiar unas reglas del juego injustas que han sido diseñadas por y para los países industrializados avanzados.

Tenemos que como sociedad ser capaz de jugar nuestro rol de clientes exigentes. Aspectos como la Inversión Responsable o la inversión ética tienen que hacerse más visibles al igual que los rendimientos de los fondos responsables o de la evolución, por ejemplo del índice FTSE4good del IBEX respecto al IBEX 35. Quizás fuese interesante que en este nuestro Diario responsable se reflejase la evolución de ambos fondos  Quizás nos llevásemos la sorpresa de la diferencia de rentabilidades.

Nuestro país marca un ejemplo clara de insostenibilidad social.

Cierto es que en España hay compañías tremendamente competitivas, que se han adaptado muy bien a la nueva situación del euro como Inditex, Repsol, Santander, Mango… con unos modelos de gestión estupendos y muy eficaces, pero, en general, tenemos que mejorar en la competitividad, eficiencia y la eficacia de nuestro modelo.

Mientras hemos sido un país “en vías de desarrollo” hemos basado nuestro modelo de producción en uno de “bajo coste”. El modelo tradicional, basado sólo en construcción y turismo, como hemos visto, no basta.

Pero, cuando hemos pasado a ser un país desarrollado, ya no somos tan baratos; surgen las dificultades ya que en la transición no hemos generado un tejido que favorezca la innovación, el diseño, el I+D+i; no hemos construido un modelo de desarrollo tecnológico y de exportación de “know how”.

Y aquí está el gran fracaso, un modelo educativo y por tanto universitario: la Universidad, la depositaria del Saber, no nos ha dotado de unas instituciones dedicadas a enseñar lo que la realidad demanda, investigar e innovar, apoyadas por el Estado y una adecuada coordinación y conexión entre las grandes empresas pymes, Institutos tecnológicos y Universidades.

Aparentemente hay una gran actividad en la investigación pura pero no en la investigación aplicada; en cómo ayudar, por ejemplo, a mejorar los procesos productivos de nuestras empresas; no está respondiendo a nuestras necesidades económicas y sociales. Es verdaderamente inconcebible como multinacionales como Repsol o Telefónica no tienen suscritos múltiples acuerdos o convenios con universidades y centros de investigación de toda España para mejorar sus procesos, proyectos o inversiones.

Esto, para mí, nuestro mayor fracaso como país, no hemos sabido dar la talla para dejar de ser un país basado en la mano de obra barata.

Y esta insostenibilidad ha generado que, en la situación actual, tengamos que haber devaluado nuestros salarios y condiciones de trabajo para volver a ser un país de mano de obra de barata y por ende poder sostener económicamente nuestro país. Y debido a ello, los ingresos fiscales decrecen y con ello nuestro estado del bienestar.

El papel, en muchos casos, de los departamentos de RSC

El comportamiento de muchos departamentos de RSC es, aparentemente reactivo, su fin es ser capaces de reaccionar ante posibles políticas hostiles. Tienen “in mente” lo que el pasó en los años 70 con su plataforma petrolífera marina Brent Spar, fuera de uso. La multinacional decidió, con el apoyo del gobierno británico, hundirla en el mar del Norte. Pero, debido a una campaña de presión, sin precedentes a nivel continental desarrollada por Greenpeace, hicieron que consumidores de toda Europa dejen de repostar en las gasolineras de esta enseña. Las pérdidas fueron enormes y gracias a ella, esta multinacional dio marcha atrás en su decisión y decidió no hundir dicha plataforma, proponiendo otro sistema de desmantelamiento.

Saben que el poder de los consumidores es cada vez mayor gracias a las redes sociales en internet. Temen un boicot social.

Tenemos que, a través de esta movilización social, ejercer un cierto control sobre la gestión empresarial para hacerla, para ambas partes, más justa pero a la vez más rentable.

Dr. Ricardo Fernández García


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