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Semejante a organizaciones religiosas; las empresas que quieren posicionarse en la cresta de la Ola ponen el foco en la “mística”. Definir la misión, visión y valores, implementar códigos de ética, transformar el trabajo en equipo en un hacer con valores compartidos, pensar y sentir en red, percibir la conciencia colectiva son parte de la tan mentada  Gestión con valores.

Es inevitable pensar  en aquellos valores más primarios que intentamos mantener arraigados (sin redefinirlos) casi en vano: el valor de la palabra, la confianza, el trabajo vinculado al esfuerzo, sostener en el tiempo lo logrado con esfuerzo; la familia, el hijo varón, la competencia; la descendencia; la virginidad,  el amor eterno a cualquier precio, el saber dar tiempo al tiempo.

Sin darnos cuenta fuimos erosionando nuestros valores de la mano de un mundo globalizado: el individualismo, la libertad, el buen vivir como base de la felicidad, el trabajo con el menor esfuerzo, el tener para ser, la especulación; la juventud eterna, la competencia, estar estéticamente bello a cualquier precio; uniformarse, vestir con marca, maximizar el tiempo, el sexo con libertad, el amor finito.

Lejos de pensar en una gran crisis valores  o  asegurar que todo tiempo pasado fue mejor,  intentando  aferrarnos de manera desgarradora  a valores que ya no nos son funcionales. Hoy; el desafío de la gestión con valores radica tanto en enaltecer nuevos valores en lo más alto del imaginario colectivo, como así también bajar a tierra acciones concretas impregnadas con estos valores que la humanidad  impone para mitigar su sufrimiento y preservar las futuras generaciones: equidad, diversidad, participación ciudadana, tener menos para ser más, transparencia en la gestión, igualdad de géneros, Inclusión, flexibilidad, competir cooperando, buscar el equilibrio entre trabajo  y familia, la paternidad responsable, el parto humanizado, vincular el concepto de belleza a la autenticidad, redefinir el concepto de buena presencia,  hacer mucho en un solo tiempo, el sexo seguro y con afecto.
Valores que tan bien se resumen cuando hablamos de la ética del cuidado: el cuidado de la naturaleza y el cuidado del otro…, el cuidado de nosotros mismos…

Sin duda nuestras empresas y organizaciones pueden ser un soplo que erosiona. Una parte de esa brisa que transforma una montaña sin temer aquella formas aún desconocidas que puedan quedar al descubierto.
 

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Opinión

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