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Todavía me acuerdo de la única vez que ví  La noche de los muertos vivientes, debería tener 8 años. Fui incapaz de verla acabar y esa noche tuve pesadillas.
Ahora en los 40 vivo inundado de zombies y vampiros, por suerte ya no tengo pesadillas pero eso no me impide preguntarme del por qué de esta atracción por este tipo de terror. Ambos casos tiene algo en común, trascienden la vida para rozar la inmortalidad.

 

José Illana Carracedo

José Illana

Todavía me acuerdo de la única vez que ví  La noche de los muertos vivientes, debería tener 8 años. Fui incapaz de verla acabar y esa noche tuve pesadillas.


Ahora en los 40 vivo inundado de zombies y vampiros, por suerte ya no tengo pesadillas pero eso no me impide preguntarme del por qué de esta atracción por este tipo de terror. Ambos casos tiene algo en común, trascienden la vida para rozar la inmortalidad.

 

Todavía me acuerdo de la única vez que ví  La noche de los muertos vivientes, debería tener 8 años. Fui incapaz de verla acabar y esa noche tuve pesadillas.
Ahora en los 40 vivo inundado de zombies y vampiros, por suerte ya no tengo pesadillas pero eso no me impide preguntarme del por qué de esta atracción por este tipo de terror. Ambos casos tiene algo en común, trascienden la vida para rozar la inmortalidad.


En el caso de los vampiros, últimamente los vemos bajo el formato “for ever young” y en el caso de los vampiros rozan el “amigos para siempre”.

 

Mientras el ser humano tiene un miedo feroz a la muerte y lo manifiesta de una forma, a veces, tan grotesca y pesada . Quizás deberíamos preguntarnos qué pasa con el “total” de la especie humana o un poquito más lejos qué pasa con la biodiversidad del planeta.


El 29 de octubre finalizó en Nagoya, Japón, la Cumbre Internacional de la biodiversidad (en el año de la biodiversidad) donde entre otras cosas se aprobó que el 17% del espacio terrestre y el 10% del territorio marino fueran catalogados como espacios protegidos.


Con semejantes ridículas cuotas parece lógico pensar que nuestro instinto de supervivencia nos lleve a darnos por vencidos de nuestra  propia naturaleza y buscar formatos que nos permitan ir más allá de nuestra caduca existencia.


Parece mentira que estas ansias de inmortalidad estén focalizadas en la individualidad y por el contrario dejemos de lado la fragilidad de lo colectivo. Vamos, lo que se viene llamando egoísmo.


No me imagino a Vampiros y Zombies viviendo en un mundo que ya no es mundo y persiguiendo a seres humanos que simplemente son historia.
Vivimos una realidad que provoca pesadillas,.¿Quién puede interpretar el papel de vampiro que chupa nuestra sangre  para seguir adelante?

 

Traquilidad, siempre nos quedarán las sopas de ajo:


Paso 1: En una cazuela, freír las rebanadas de pan cortadas muy finas, en abundante aceite, hasta que se doren. Apartar y retirar el aceite de la sartén dejando un poquito para freír los ajos.


Paso 2: Freír los ajos enteros y la cebolla picada, separar del fuego y añadir el pimentón sin dejar de remover. Añadir el jamón.


Paso 3: Añadir el caldo, retirar los ajos y volver a poner en el fuego. Añadir el pan y empaparlo bien, el perejil, salar y dejar cocer a fuego lento durante 10 minutos



Paso 4: Bien en una cazuela grande de barro o en pequeñas cazuelitas individuales, cascar los huevos encima de la sopa y meter en el horno precalentado hasta que se cuaje la clara.


(La receta la he sacado de euroresidentes.com)

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