La crisis actual también afecta a organizaciones dedicadas a la integración laboral de personas con discapacidad, siendo los Centros Especiales de Empleo (CEE) una de sus figuras más relevantes. Para afrontarla con éxito es necesario que sus directivos dirijan con rigor.
Toma de decisiones críticas
Entre los errores más frecuentes que un CEE comete está la ausencia de objetivos claros, la falta de información, capacidad o interés, la indecisión y la precipitación, la parálisis por exceso de información, la intuición, el seguimiento a la mayoría y la falta de una metodología de trabajo. La toma de decisiones en un CEE es la principal función que sus Directivos deben asumir con especial énfases en épocas de crisis como la actual.
Toda decisión se compone de dos elementos fundamentales: la información y el riesgo. A mayor información menor riesgo, sin embargo, es fundamental saber distinguir entre lo principal y lo accesorio. El exceso de información puede aplastarnos y hacernos inoperantes.
El riesgo es un factor inherente a la Dirección de un CEE. Sin riesgo no hay negocio y quien no se atreva a asumir la incertidumbre implícita en la razonable cuota de riesgo, nunca triunfará en la actividad profesional. La esencia de una buena decisión en épocas de crisis pasa por saber minimizar y determinar el riesgo más aceptable, así como evitar los riesgos inútiles.
Errores frecuentes
Uno de los errores más frecuentes que suele cometer un Director de un CEE se debe a la improvisación supeditada a las urgencias. Las urgencias han de ser abordadas como tales, con un inicio y con un fin limitado en el tiempo y no permitir que se conviertan en acciones continuadas.
Como toda empresa, un CEE está compuesto de actividades puntuales y repetitivas. Las urgencias hay que saberlas mantener en lo que deben ser: actividades puntuales.
Arte directivo
En un CEE aparece con mayor énfasis en épocas de crisis el arte de dirigir de su responsable, que debe saber qué es lo que se quiere lograr, mostrar cómo hacerlo, dejar que otros lo hagan, observar su rendimiento y medir los progresos. En este aspecto, sus principales cometidos son la previsión/planificación, la organización, la decisión/ejecución, la coordinación y el control. Pero, además, debe tener funciones personales, tales como el trabajo en equipo, la formación de sus colaboradores, el suministro de información, la motivación de su personal y la evaluación periódica de los subordinados. Estas cualidades son imprescindibles para poder gestionar los cambios en la dirección de un CEE.
Hay que promover el cambio en los CEE, con una visión clara de lo que se pretende lograr, con convicción, entusiasmo y coraje, con poder y autoridad para saber influir y ser proactivo.
Para acometerlo es necesario desarrollar una fase previa de preparación, en la que debemos percibir la necesidad del cambio y en la que deberemos tener clara la dirección a tomar. Es un momento de reflexión, fortalecimiento de ideas, de prevenir oposiciones y conflictos y de no infravalorar detalles.
Una vez se tiene claro el cambio a promover hay que pasar a la fase de puesta en marcha, implicando a los ejecutantes del mismo, por ello es recomendable escuchar propuestas y sugerencias de los colaboradores relativas a la mejora de procesos. La siguiente es una fase en la que se tratará de obtener resultados positivos en el menor plazo posible y consolidar el cambio. Superar la crisis conlleva plasmar un plan de acción en el que se priorice lo que se quiere conseguir, cómo lo vamos a conseguir, para cuándo, por qué y para qué, cuánto nos va a costar, cómo vamos a medir y cuánto vamos a ganar.
Durante todo el proceso se debe tener en cuenta que el progreso no es contínuo, que se pasarán por momentos en los que parece que no avanzamos y en los que no hay que descorazonarse ni pararse.
