En un mundo cada vez más fracturado y polarizado, donde los conflictos bélicos y las crecientes desigualdades sociales, económicas y de género erosionan los principios de justicia y equidad global, la cooperación internacional emerge como una herramienta esencial para frenar estas dinámicas destructivas. En el contexto de una geopolítica cada vez más violenta y excluyente, urge replantear y fortalecer el sistema de cooperación, no solo como un acto de solidaridad, sino como una obligación moral y estratégica para garantizar un futuro más justo y sostenible para todos.