Al poco tiempo de haber tomado yo conciencia de la existencia de la Inteligencia Artificial Generativa -sorprendente circunstancia que ya evoqué en una tribuna anterior-, recuerdo haber recibido un correo electrónico en el que se hablaba a las claras de la trascendencia que la novedosa realidad estaba despertando en el mundo académico a escala internacional.