En un mundo cada vez más globalizado y homogeneizado, el activismo por la cultura emerge como una necesidad imperiosa para preservar nuestra identidad, fomentar la diversidad y promover el desarrollo económico y social. Exigir el derecho de ejercer y aplicar el activismo cultural es una apuesta por un futuro donde la riqueza de nuestras diferencias sea el fundamento de nuestra cohesión.