A finales de 2014 fue aprobada la Estrategia Española de Responsabilidad Social de las Empresas a la que aún le quedan dos años de vigencia y muchos retos por terminar de cumplir. Uno de ellos, que los ciudadanos identifiquen la RSE como vehículo de competitividad, de sostenibilidad y de cohesión social y, por tanto, como una vía para entender el negocio como algo que no sólo tiene en cuenta los resultados, sino también la forma de obtenerlos, un objetivo que aún parece estar muy lejos de alcanzarse.