La desesperada necesidad por alcanzar grados de cumplimiento en las dimensiones económicas, ambientales y sociales en el ámbito empresarial, está llevando a muchos actores a reclamar enérgicamente por regulaciones coercitivas que aseguren sociedades más justas y prósperas.
Es un hecho, que la voluntariedad en relación al desarrollo de negocios más éticos y prácticas empresariales que no impacten negativamente en el ambiente y en la sociedad, no está alcanzando los grados de satisfacción requeridos.
Pero, debemos preguntarnos: ¿Es una mayor cantidad e intensidad regulatoria una garantía de un cumplimiento efectivo de estas normas?
¿Hasta qué punto, regular más sólo encarece las operaciones empresariales (encareciendo costos y precios…), sin asegurar mejores prácticas?
¿Están realmente en condiciones los Estados de Latinoamérica y organismos privados supuestamente especializados de fiscalizar el cumplimiento de regulaciones sobre prácticas empresariales responsables?
Los requisitos regulatorios, ¿terminarán por ser una lista de chequeos llena de formalidades?
¿No sería mejor fortalecer el esquema de fiscalización para mejorar los niveles de cumplimiento de la regulación vigente, antes de reclamar por más regulación?
Y por último, ¿qué garantías tenemos que las regulaciones (supuestamente con fines ambientales y sociales) no encubran intentos de restringir el acceso a mercados de los países desarrollados?
Por varias décadas, me he dedicado a promover en mi actividad profesional la ética y buenas prácticas en la gestión empresarial, convencido que es una de las contribuciones que debo hacer para una mejor sociedad en la cual vivir junto a nuestras familias.
Pero considero que para lograr estos objetivos, lo último que necesitamos en nuestras sociedades son dogmas o vacas sagradas, es decir, temas sobre los cuales no se pueden debatir o peor aún, ser descalificado por pensar en otra forma a la mayoría.
Invito a cualquier lector a considerar estos dilemas, basados en argumentos consistentes, para que juntos alcancemos el mejor curso de acción a tomar, y salir de la trampa de la competencia en la que todo lo que uno gana es a costa de lo que el otro pierde (suma 0).