Hoy en día la sociedad tiende a devorar los recursos como si fueran inagotables. Además, el crecimiento económico ha incrementado su malgasto: cuanto más tenemos, más desaprovechamos. Por eso, la economía colaborativa surge para redefinir nuestra sociedad. Compartir bienes para aprovechar su vida útil implica un enfoque cooperativo en la economía, y resulta crucial para promover la sostenibilidad. Al fomentar el intercambio se reduce la necesidad de producir o adquirir nuevos productos, ya sean coches, casas, ropa, juguetes… controlando el consumo desmedido y la generación de residuos. Es importante destacar que este modelo en auge no está relacionado con la posición socioeconómica y que no sólo las personas con rentas limitadas recurren a él. Sin ser cuestión de dinero, se trata simplemente de colaborar para satisfacer las necesidades de los demás, obtener beneficios mutuos y favorecer un entorno más sostenible.
Hoy en día, según datos de El Banco Mundial, se extraen un 50% más de recursos naturales que hace 30 años, lo que significa una media de 60.000 millones de toneladas de materias primas al año. En España los datos no son diferentes, consumimos y mucho. Los actuales hábitos de gasto indican que los españoles necesitaríamos 3,5 veces nuestro territorio para satisfacer todos los recursos que demandamos. El modelo de producción es insostenible, por lo que es necesario cambiar la manera en la que concebimos el intercambio económico. En este contexto surge un nuevo concepto de negocio en el que el papel del usuario va más allá, y también es productor: la economía colaborativa.
A través de iniciativas como la movilidad compartida, favorecemos el aprovechamiento al máximo de los vehículos existentes evitando la necesidad de adquirir nuevos. Al alquilar un coche a otro particular reducimos las emisiones, descongestionamos las ciudades y tenemos la oportunidad de transformar los espacios ocupados por coches inutilizados en más zonas verdes. Esta práctica promueve una utilización del transporte más eficiente, impulsando la transición hacia una movilidad más sostenible y cooperativa que reduzca el impacto medioambiental, en armonía con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11, Ciudades y comunidades sostenibles de la Agenda 2030. La iniciativa pretende, frente al crecimiento urbano descontrolado, lograr que las ciudades sean inclusivas, seguras y sostenibles para permitir que los habitantes podamos vivir adecuadamente en ellas.
El intercambio lucrativo de propiedades es una práctica comercial tan antigua como la historia de la humanidad. El comercio de recursos entre diferentes personas está presente desde las sociedades antiguas, impulsado por la generación y obtención de beneficios económicos a través de las actividades diarias. Es cierto que al hablar de alquilar, la mayoría de personas tienden a pensar primero en viviendas. Sin embargo, no tenemos tan asumido el concepto de alquilar también otros activos como los coches u otro tipo de objetos. A día de hoy, en la era digital y gracias a internet, la economía colaborativa ha promovido un cambio de mentalidad generalizado hacia un uso más racional de todo tipo de bienes para transformar la sociedad por una más solidaria y sostenible. La revolución financiera no está en los recursos actuales, sino en la forma que los usamos. Este sistema implica experiencias que van más allá del valor económico. Se centra en la colaboración y la ayuda mutua, fomentando intercambios que aportan humanidad a un mundo cada vez más individualista y solitario.
La economía colaborativa ha evolucionado en los últimos tiempos gracias al desarrollo de la tecnología, traspasando un poder que hasta ahora sólo tenían las empresas también a los usuarios. Hoy en día, prácticas comunes como compartir coche o alquilar habitaciones se han ampliado y democratizado. Este consumo colaborativo abarca diversos ámbitos ofreciendo una mayor oferta y empoderando a los usuarios para generar ingresos extra y desarrollar sus habilidades. Además, promueve la inclusión, el ahorro, la flexibilidad de intercambios y, por supuesto, la sostenibilidad. Tiene el potencial de transformar nuestra forma de vivir y de hacer negocios, impulsando una sociedad más conectada y responsable.