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Parece que vamos entrando en razón: la obsolescencia programada comienza a estar obsoleta, y no solo en el mundo de los productos

Supongo que, como a mí, te habrá ocurrido en más de una ocasión que has tenido que desechar una impresora al año y medio de servicio, un congelador con 5 años de antigüedad, una cafetera que apenas usabas y de repente dejó de funcionar pero ya era antigua y no encontrabas piezas de recambio…

Esta sociedad del despilfarro se rige por unas pautas perversas: reemplazar todos los productos en el plazo más corto posible, aun a sabiendas de que sin programar su obsolescencia podrían ser útiles muchísimo tiempo más.  Se supone que de esta forma se fomenta la producción y con ello se genera empleo, beneficios económicos y bienestar social.

Ahora, cuando los recursos escasean, los robots expulsan a las personas de las fábricas y el medio ambiente está hecho un desastre, comenzamos a darnos cuenta de que la obsolescencia programada no es la solución.

También ha influido, y mucho, la presión social.  Los ciudadanos estamos hartos de tener que reponer bienes tan a menudo, y nos damos cuenta además de que los recursos son finitos y estamos haciendo un daño inmenso a la naturaleza.  De hecho, todos sabemos que países como Ghana reciben en conjunto  más de 50 millones de toneladas de basura electrónica al año, basura que les hemos vendido como "electrónica de segunda mano".

Cuando conocemos casos como éste nos cuestionamos cosas como qué porvenir espera a los habitantes de países receptores de "electrónica de segunda mano",  qué condiciones de trabajo tienen las personas que viven de la obtención de las materias primas, en qué condiciones queda la naturaleza como consecuencia de las extracciones y los procesos productivos a gran escala, cuánto CO2 estamos lanzando al medio ambiente para transportar las mercancías… y acabamos, lógicamente, cuestionándonos los valores que han regido la sociedad hasta ahora.

Así que esta sociedad disconforme está generando diferentes movimientos sociales en contra de la obsolescencia programada. Amigos de la Tierra, por ejemplo, ha lanzado una exitosa campaña denominada "Alargascencia" , cuyo nombre explica perfectamente los objetivos que se plantea.  Y cada vez es más frecuente que los ciudadanos nos propongamos reparar los productos fuera de los canales de servicio postventa oficiales, reciclar, remodelar, hacer trueques, compartir… buscando alternativas para que los productos tengan una vida mucho más larga.

Esta tendencia a alargar la vida útil de los productos tiene un buen paralelismo en el ámbito laboral: cada vez es más frecuente que las empresas intenten alargar la vida laboral de los empleados.  Como en el caso de las materias primas, el know how de los séniores resulta cada vez más valioso.

En nuestra sociedad se están dando simultáneamente dos fenómenos que favorecen la permanencia de los séniores en su puesto de trabajo:  la baja tasa de natalidad y la prolongación de la esperanza de vida. Si la  tendencia sigue así, y no hay razones para esperar lo contrario, no tendremos suficientes jóvenes para mantener a tantas personas mayores que hayan dejado de trabajar.

A esto hemos de unir que la robótica y los avances tecnológicos y científicos amortizan cada vez más puestos de trabajo, aquellos puestos en los que se realizan tareas repetitivas y que exigen poca creatividad.

El futuro inmediato dibuja perfiles de puestos en los que se tengan que tomar decisiones, aplicar la creatividad, la visión de futuro, la flexibilidad en su sentido más lato,  la visión holística, etc., etc. y simultáneamente se van creando más puestos con altos contenidos de relación interpersonal. Las personas jóvenes aún no han alcanzado el desarrollo profesional adecuado para puestos tan complejos, y los robots no pueden (aún) desempeñar estas funciones "típicamente humanas". ¿Cuál es la solución? Las personas sénior.

¿Será que hemos de percatarnos de lo absurdo que es tirar productos perfectamente válidos para darnos cuenta de las aportaciones que las personas sénior pueden hacer a la sociedad?

Te propongo una reflexión con tintes lúdicos: partiendo de la clasificación habitual de los vinos (joven, crianza, reserva, gran reserva), ¿puedes citar un  producto y un puesto de trabajo para cada grupo?  

En este artículo se habla de:
OpiniónCambio climáticoEmpresassénior

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