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Los problemas de nuestro mundo no derivan sólo las acciones malas, de las decisiones mal tomadas, de la corrupción, la violencia, sino también y en mayor medida, de la actitud contemplativa de ese otro medio mundo que considera que los problemas de “los otros” no les conciernen. Esos otros que sufren no son personas, son cifras

No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos. Martin Luther King

Esta frase que probablemente hemos leído muchas veces, encapsula la realidad de nuestro tiempo. Lo increíble es que a pesar de todo, casi todos dormimos tranquilos, esto quiere decir que hemos sabido anestesiar muy bien nuestras conciencias.

Estamos tan acostumbrados a las cifras y a los datos que no son más que eso; datos:

1/6 de la humanidad muere por malnutrición

Un 73% de los europeos no ve tan mal la Corrupción

Dos millones de niños son explotados sexualmente en América Latina

150 millones de niños en el mundo trabajan para que otros ganen dinero

Se prevé que en 2030 el mundo tendrá que enfrentarse a un déficit mundial del 40% de agua en un escenario climático en que todo sigue igual

1.100 millones de personas viven aún en pobreza extrema

Y en España…un 20% de la población está en paro. Es uno de los países con más casos de explotación laboral de la Unión Europea. Miles de niños sufren las consecuencias de la pobreza y pasan hambre a diario.

La información en forma de datos nos dice que cada día en este mundo que habitamos, millones de personas sufren por distintas causas, hambre, paro, esclavitud, violencia, guerras, persecución…INJUSTICIAS, de las que nos guste o no, nos moleste o no, ¡todos somos cómplices!

Espero que nadie se sienta ofendido por esta afirmación. Sé que muchos de nosotros podemos pensar y hasta creer que somos “buenos”, porque realmente no hacemos nada malo, pero el problema está en el “hacer nada”. Esa NADA es la verdadera enfermedad de nuestros días, de nuestro siglo, de nuestra sociedad; Supone indiferencia y pasividad, es el preocupante Silencio de los buenos.

Los problemas de nuestro mundo no derivan sólo las acciones malas, de las decisiones mal tomadas, de la corrupción, la violencia, sino también y en mayor medida, de la actitud contemplativa de ese otro medio mundo que considera que los problemas de “los otros” no les conciernen. Esos otros que sufren no son personas, son cifras.

Y es que ser indiferente es una posición que tomamos, una decisión que condiciona la situación del mundo que compartimos con otros, dice Schelling. Aristóteles sin embargo, consideraba que la indiferencia es una actitud de idiotas. Ser Idiota es una forma egoísta de mismidad emocional, y en esa mismidad estamos inmersos.

Esta actitud de espectadores indiferentes o idiotas( léase según convenga), además nos convierte en humanos deshumanizados. La verdadera innovación de nuestros días no tiene que ver con la tecnología sino con un movimiento de seres humanos a favor de otros seres humanos. Personas que desplazan el centro de su universo desde su ombligo y vuelven su vista hacia los demás. Todos sabemos que es imposible que esto mejore, si cada uno de nosotros sólo nos preocupamos de nuestro dedo meñique, estamos tan empeñados en ocuparnos de realizarnos y liberarnos a nosotros mismos, que estamos poniendo en peligro la libertad y dignidad de los demás.

La buena noticia puede venir de la mano de los movimientos de Responsabilidad Social, que desde hace años vienen agitando las conciencias de las organizaciones. En este caso hablo sólo de RS, quiero quitarle el segundo apellido. Es indudable la necesidad de que este movimiento sea “empresarial”, las empresas son las grandes protagonistas del poder en nuestro mundo globalizado, por eso es fundamental que sean responsables, y sin duda en sus manos está gran parte del cambio social. Pero esta mentalidad responsable, esta conciencia de ser cómplices de un  mundo en el que unos actúan mal, otros sólo miran y los demás son víctimas, es lo que verdaderamente hay que cambiar. Tenemos que dejar de asumir como dada una realidad injusta para muchos seres humanos, y dejar de ser cómplices por acción o por omisión.

Esta es la verdadera fuerza de todas las personas, empresas y movimientos que creen en la Responsabilidad Social y que quieren que una verdadera civilización sea posible.

La pregunta incómoda es para todos y cada uno de nosotros, y ¿tú qué vas a hacer?

 

 

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