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En el tercer videoblog de Auara, que se difunde a través de Diario Responsable, su CEO y fundador, Antonio Espinosa de los Monteros, denuncia cómo en algunos países el 80% de las enfermedades se origina por el agua contamidada, convirtiéndose ésta en el primer causante de la mortalidad infantil.

Te levantas por la mañana, te metes en la ducha para despejarte y pensar cómo afrontar el día que te tienes por delante… pero no sale agua. Ni caliente ni fría. Vas a comprobar si le pasa algo a la caldera. Parece que no está rota. Miras el móvil por si hay alguna noticia sobre alguna avería de agua que se haya producido en tu barrio, pero nada, no hay información. Tampoco puedes prepararte el café con el agua del grifo de la cocina. Decides vestirte, peinarte de la mejor manera y bajar a desayunar a la cafetería de abajo, pero allí tampoco hay agua con la que hacer funcionar la cafetera.

 

 

Coges el transporte público para llegar al trabajo. Comentas con tus compañeros que no has podido ducharte ni tomar un café y a ellos les ha pasado lo mismo. Te extraña, os extrañáis. Avanza el día, necesitas ir al baño, pero cuando llegas allí hay un cartel que prohíbe su uso temporalmente porque no hay agua en los sanitarios. Tienes la suerte de que puedes beber agua, pero no del grifo, porque en la máquina expendedora del pasillo tienes a tu disposición agua y refrescos.

A mediodía vas al restaurante de todos los días, pero tampoco tienen agua y ya no pueden dar más comidas porque no tienen platos limpios y no pueden lavarlos, ni en el lavavajillas ni a mano. Todos los restaurantes están igual. Los bares de la zona se van quedando sin botellas de agua, y lo mismo ocurre con los supermercados.

Por la tarde dudas si ir al gimnasio o a jugar al baloncesto con tus amigos como todos los miércoles, porque no sabes si luego vas a tener agua para ducharte. Efectivamente, por la noche tampoco hay agua en tu casa, ni en tu barrio ni en toda la ciudad. No han pasado ni 24 horas y tu día a día se ha dado la vuelta, se te ha trastocado por completo tu vida cotidiana. Pero al día siguiente te levantas con el mismo escenario, la situación es cada vez más complicada, y ni el ayuntamiento de tu ciudad ni el gobierno del país tienen recursos para resolver este inmenso problema.

Esto es un ejemplo de lo que supondría para cualquiera de nosotros abrir el grifo y no tener agua para beber o ducharnos, ni poder ir al servicio. Nuestra sociedad tiene la suerte de considerar el agua potable como un servicio básico que damos por hecho, pero para muchas personas es un privilegio con un valor infinito.

En el mundo, más de 700 millones de personas, una de cada diez, no tienen acceso al agua, cifra que supera a la población de todo el continente europeo. En las comunidades más pobres hasta el 80% de las enfermedades se transmiten a través de agua contaminada, y su consumo es el primer causante de mortalidad infantil. Además, mujeres y niños son los encargados de ir a llenar cada día sus bidones de agua para abastecer a la familia, para lo que deben caminar durante horas, lo que les supone no poder asistir a la escuela ni trabajar.

La llegada de agua potable a estas comunidades representa una revolución para sus habitantes, les cambia la vida por completo, como a nosotros nos cambió en nuestra hipotética situación planteada unas líneas más arriba, pero esta vez a la inversa. Porque con acceso a agua potable y saneamiento los niños pueden ir a la escuela y aprender para tener un futuro mejor, la mortalidad infantil disminuye drásticamente, y las mujeres pueden trabajar para mejorar la economía familiar.

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