Parece que, poco a poco, vamos recuperando una cierta “normalidad” y las empresas – algunas más y otras menos – empiezan a plantearse recuperar dinámicas desterradas por la pandemia y espacios de trabajo compartidos y presenciales. Por fin, quizás, podremos alejarnos de la respuesta a la inmediatez, del apagar fuegos, de la supervivencia pura y dura ante una situación que nos ha puesto, sin duda, en jaque. Un año en el que algunos no hemos sido capaces de dedicar ni tan solo unos minutos a reflexionar y hacernos preguntas sobre cómo gestionar las responsabilidades que tenemos como organizaciones, porque la incertidumbre nos ha impuesto la urgencia.