Si realmente queremos imaginar un futuro libre de contaminación, necesitamos poner en marcha transformaciones que prioricen la innovación y que pongan en el centro la colaboración entre empresas, administraciones y la sociedad civil. Solo si todos estamos involucrados en el cambio, podremos realmente llevar a cabo una transición efectiva, ambiciosa y duradera.
Desde las empresas, debemos ser ejemplo del cambio a través de la incorporación de la sostenibilidad en el núcleo de las estrategias corporativas, la búsqueda de la responsabilidad en toda la cadena de valor y la medición de forma precisa de la huella de carbono para una gestión de emisiones efectiva y una toma de decisiones informada. En definitiva, necesitamos impulsar acciones concretas, medibles y que promuevan cambios estructurales y sostenidos en el tiempo.