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¿Cómo avanzamos hacia una sociedad verdaderamente sostenible? La respuesta -que podría parece sencilla-, empieza por implicar a todos: desde las instituciones públicas hasta los jóvenes en las escuelas, desde las grandes empresas hasta cada hogar. La transformación no es es una opción, y comienza con la concienciación, basada en evidencia científica y libre de sesgos ideológicos.

En la última década, la sostenibilidad ha dejado de ser un concepto abstracto para integrarse en nuestro día a día, consolidándose como un movimiento cultural con raíces profundas. Desde Forética, en nuestro informe Tendencias ESG 2025, destacamos un cambio claro: las personas están más informadas, más realistas y más exigentes. Ya no se conforman con buenas intenciones; quieren hechos. Y están dispuestas a pagar más por productos que cumplan con criterios responsables.

El primer gran pilar para seguir avanzando es claro: educar y sensibilizar. Porque solo a través del conocimiento se puede activar un cambio real.

El segundo pilar se basa en crear un ecosistema donde se pueda actuar en conformidad. Existe el pensamiento que debe de ser desde el sector público, sin embargo, debe de surgir de un esfuerzo común y completo. El sector público es quién establece las reglas del juego, y lo hacen de manera veraz y fidedigna. Sus esfuerzos se pueden apreciar, por ejemplo, en el reciente Real Decreto 214/2025, por el que se crea el registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono y por el que se establece la obligación del cálculo de la huella de carbono y de la elaboración y publicación de planes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El sector público actúa de entidad regulatoria. No obstante, es el sector privado quien actúa de motor, adaptándose y renovando su modelo de negocio constantemente. Es aquí donde debe florecer la colaboración público-privada, mediante la comunicación, el entendimiento y el fin común de mejorar nuestra sociedad.

En los últimos años ha surgido un concepto denominado “economía regenerativa”. Como su propio nombre indica, añade la restauración activa de los ecosistemas a la economía verde, sitúa la economía circular dentro de una estrategia de regeneración más amplia y fundamenta la bioeconomía en procesos regenerativos que garantizan la salud a largo plazo de los recursos biológicos. Su objetivo es restaurar y revitalizar el capital medioambiental, social y económico, mejorando la salud de los ecosistemas, reforzando la resiliencia de las comunidades y mejorando el bienestar humano. En el contexto de la descarbonización, su implementación se constituye en el concepto de ir más allá de la compensación de emisiones, es decir, sobrepasar el net-zero y alcanzar un beneficio neto para las empresas, las personas y el planeta, estableciéndose como el tercer y último pilar.

En este aspecto, desde el Clúster de Cambio Climático de Forética, este año estamos trabajando los planes de transición climática, una herramienta esencial para organizar la transformación hacia un modelo de negocio sostenible en las empresas. Estos planes son fundamentales para establecer una estrategia a corto, medio y largo plazo que permita alcanzar los objetivos climáticos, permitiendo a las empresas desempeñar su labor en la transformación hacia una economía descarbonizada, involucrando en consecuencia al resto de la sociedad, porque juntos, es posible realizar la transición hacia una economía próspera y robusta.

Biografía: Jaime de la Hoz es un economista involucrado en el mundo de la sostenibilidad. Actualmente, trabaja como Project Manager en la rama ambiental de Forética, donde, debido a la naturaleza de la organización, es capaz de ayudar al tejido empresarial con la transición hacia una economía más limpia y próspera.

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Opinión#medioambiente2025

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