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 Voluntariado: el mejor vehículo para recuperar la conexión personal e impulsar nuestras habilidades más humanas

Hay una frase de J.K. Rowling que me gusta mucho y que creo es un buen punto de partida en este contexto: “No requerimos de magia para cambiar el mundo. Ya llevamos toda la fuerza que necesitamos, dentro de nosotros mismos: tenemos el poder de imaginarnos mejor”.

Si alguna vez nos hemos encontrado con la necesidad de unir, tender puentes, ser empáticos y solidarios, ese momento es ahora. Vivimos rodeados de crispación, de posiciones enfrentadas e incluso de situaciones de conflicto que escapan a nuestra comprensión. Ahora se hace más necesario que nunca recuperar lo humano y la conexión auténtica con las personas. En este contexto, el voluntariado se nos presenta como la fórmula perfecta para crear comunidad y reforzar los vínculos con nuestro entorno.

El voluntariado nos acerca a personas que, de otro modo, no conoceríamos: niños y mayores vulnerables, personas enfermas, refugiados, migrantes, personas que se sienten solas, personas al fin y al cabo que en un momento de su vida tienen necesidades que van mucho más allá de lo material. Ser voluntario es una mirada a los demás desde el corazón, que nos conecta con nuestra esencia: la bondad, la armonía y la igualdad. Algo que parece tan simple como ofrecer nuestro tiempo y atención a los demás, nos provoca una genuina sensación de bienestar. Nos olvidamos de nuestros problemas y preocupaciones, y nos damos cuenta de que, tal vez, lo que tanto nos inquieta es secundario en comparación con la situación de personas con realidades muy duras.

En estas acciones solidarias hay un componente químico estudiado y demostrado:  disparan nuestra oxitocina y nuestra serotonina. Son las llamadas ‘hormonas de la felicidad’. Pero una felicidad duradera, sana. Nada que ver con esa sensación de inmediatez para todo, de scroll infinito en redes sociales, que nos acaba produciendo adicción y apatía.

El voluntariado nos hace mejores personas. La empatía y la conexión emocional que despierta en nosotros nos hace ser mejores en todos los aspectos de nuestra vida. Esto cobra especial relevancia en el entorno profesional dónde, según un estudio de McKinsey, las llamadas soft skills (habilidades sociales y emocionales), son cada vez más valiosas y valoradas.  

A través de actividades solidarias, por ejemplo, impulsamos nuestra resiliencia, esto es, la capacidad para sobreponernos a momentos críticos. Ante un grupo de personas en una situación vulnerable se refuerza nuestra capacidad de adaptación, de ver lo bueno en cada situación y de centrarnos en lo importante, dejando atrás lo superfluo.

Por otro lado, nos ayuda a mejorar en la gestión del tiempo: hacer voluntariado muchas veces es una actividad extra o paralela al trabajo habitual. Esto implica ser capaces de ceñirse a objetivos, horarios y coordinar diferentes grupos y personas.

También nos hace más eficientes en el liderazgo y la gestión de equipos. Por ejemplo, ante un grupo de alumnos que necesitan apoyo escolar, una actividad en una residencia de mayores o, incluso, con personas privadas de libertad: se trata de tomar la iniciativa, coordinar de manera ágil y de generar dinámicas entre personas que no están habituadas a formar parte de un grupo, intentando que todo el mundo se sienta integrado y valorado.

El voluntariado mejora nuestras habilidades de comunicación: no tanto para hablar, sino para escuchar. Poner atención y cariño a lo que otro nos cuenta puede ser, en sí mismo, un acto sencillo, pero de profunda generosidad. La escucha activa, la empatía y la asertividad son habilidades fundamentales para que la comunicación sea eficiente y constructiva en cualquier entorno.

Otras habilidades que se refuerzan con el voluntariado son la adaptación al cambio y la resolución de conflictos. Participar en eventos con mayores o niños, personas enfermas, con adiciones, o sin hogar nos hace estar preparados para gestionar de forma satisfactoria cualquier imprevisto.

Ahora las empresas tienen la oportunidad de impulsar la cultura del voluntariado corporativo. Se trata de cambiar la perspectiva, para devolver beneficios y recursos a la comunidad. De hecho, el informe de Future of Work 2022 de PWC señala que el 65% de los trabajadores tiene la intención de trabajar para empresas con un sólido compromiso social. Además, el 73% de los consumidores requiere que las empresas ayuden de forma altruista a la sociedad y al entorno.

El voluntariado es, por tanto, una herramienta poderosa no sólo para mejorar las capacidades “blandas” de los profesionales, sino para mejorar la percepción social de una empresa, incrementando la satisfacción de los empleados, la reputación de la marca, y la captación de talento.

Vivimos en la era de la tecnología, del machine learning y de la inteligencia artificial. Tal vez por eso, lo verdaderamente revolucionario es volver a centrarnos en las personas y en desarrollar nuestras habilidades más allá de lo técnico, en lo personal. 

Invito a todo el mundo a participar de la experiencia del Voluntariado; a probarlo sin ningún tipo de compromiso. Nuestra plataforma es un buen vehículo. En www.voluntariadocaixabank.org los lectores podrán conocer nuestra oferta en cuanto a actividades y colectivos de personas vulnerables a los que acompañar y que hará que nos sintamos, científicamente comprobado, mucho más felices.

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