Este año está lleno de oportunidades para impulsar la recuperación de la economía y el avance hacia un futuro sostenible, aunque estos dependerán de la capacidad de las empresas para transformar sus modelos de negocio y generar espacios para las alianzas y la colaboración.
Desde startups innovadoras a grandes corporaciones, cada vez más empresas muestran una mayor preocupación por los efectos que tiene su actividad sobre el entorno y son conscientes de la urgencia por impulsar la transformación hacia un mundo más justo y sostenible. En plena Década de la Acción, 2022 es un año clave marcado por la importancia de tres palancas transformadoras: el cambio en los modelos de negocio y gestión empresarial, la generación de alianzas y desarrollo de procesos colaborativos, y el cumplimiento de criterios sostenibles para la obtención de financiación. En conjunto, solo la activación de estos tres motores hará posible la reactivación económica y el crecimiento.
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia impulsado por el Gobierno a partir de los instrumentos comunitarios de financiación Next Generation ha puesto las expectativas en 2022 para que sea el año de la reactivación de la economía. De los casi 70.000 millones de euros proyectados hasta 2023, más de una quinta parte irá destinada a la modernización del tejido industrial, las pymes y el emprendimiento, con casi 5.000 millones de euros de inversión orientados específicamente a reforzar el ecosistema empresarial español. Con este plan, el Gobierno establece sus prioridades para impulsar la transformación de las áreas estratégicas para el futuro del país a través de una receta basada en crecimiento y sostenibilidad. Pero este enfoque no se trata de una mera ambición perseguida únicamente desde las administraciones públicas: de aquí en adelante, los mercados financieros tendrán en cuenta el propósito sostenible de las empresas para invertir y participar en su capitalización.
Ya el verano pasado, Blackrock, la mayor gestora de inversiones del mundo, expresaba su compromiso con un futuro sostenible al anunciar que la firma situaría en adelante los criterios de sostenibilidad en el centro de sus inversiones. Este propósito se enmarca dentro de una tendencia global: con el último impulso del Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles europeo, las gestoras han terminado por pivotar su estrategia sobre el eje de la sostenibilidad. En España, la reciente ampliación del Spain NAB (Consejo Asesor para la Inversión de Impacto) representa una oportunidad para desarrollar e impulsar el sector de la inversión de impacto que está creciendo con fuerza y obteniendo resultados por encima de la inversión tradicional.
En definitiva, no solo para satisfacer las expectativas de sus distintos grupos de interés, sino también de cara a obtener financiación, la sostenibilidad se presenta como la única alternativa de las empresas para un futuro de crecimiento y prosperidad económica. La administración pública, en el marco del Plan de Resiliencia, tiene una gran oportunidad de apoyar esta consolidación y crecimiento como ya han hecho otros países de nuestro entorno.
Sin embargo, para que toda esta estrategia de inversión tenga un verdadero impacto a la hora de ser implementada, las empresas deben transformar sus modelos de negocio y gestión para convertirse en estructuras más ágiles y flexibles, con el fin de poder adaptarse a un futuro disruptivo y lleno de incertidumbre. Situaciones como la pandemia producida por la covid-19 ponen de manifiesto la importancia de dicha transformación, de cara a un equilibrio entre el sistema económico, el medio ambiente y el bienestar de la sociedad. Para ello, la respuesta a estos retos tan complejos requiere de alianzas sólidas multiactor que impliquen y relacionen a todas las esferas de la sociedad para alcanzar objetivos que, de manera individual, pueden parecer imposibles.
La fórmula para ello es la de impulsar comunidades que promuevan la innovación, el emprendimiento y el impacto para transformar la sociedad y liderar el cambio. Estamos ante el reto de reactivar la economía y la sociedad sobre nuevas bases que conformen un futuro más resiliente y sostenible, y una de las formas de las que podemos hacerlo es estableciendo colaboraciones a gran escala entre los sectores público, privado y cívico para apoyar el cambio de estas soluciones y el cambio inherente del sistema que promueven.
A día de hoy, las empresas tenemos la oportunidad y la responsabilidad de redefinir nuestro propósito y promover la reactivación económica desde un enfoque de desarrollo sostenible. La Agenda 2030 nos marca la ruta y los plazos para hacerlo de forma urgente, pero la única forma de cumplir con estos objetivos es a través de las comunidades con impacto. Es el momento de la acción y del compromiso. Mañana es tarde. Este año 2022 es un año decisivo y, requiere del compromiso y de la movilización de múltiples actores, compartiendo la visión de transformación del tejido productivo hacia un modelo sostenible.
La respuesta a los desafíos del futuro sólo tiene dos certezas. La primera es que requerirán de un cambio de modelo hacia la economía de impacto y la sostenibilidad con una visión de innovación sistémica y compleja. La segunda, que siempre vendrá de una acción colectiva y colaborativa entre actores. Como toda transformación histórica -y posiblemente estemos ante la más compleja vivida por el ser humano-, la respuesta está en la Comunidad. Crear alianzas y comunidades es fundamental si queremos cumplir con nuestros compromisos y seguir avanzando.