La resiliencia para adaptarse a las dificultades se convirtió en la palabra de moda de la crisis económica y financiera de 2008, cuyas consecuencias, seguramente, no acabamos de remontar durante la pasada década. 12 años después, una pandemia histórica para varias generaciones nos está obligando a todos, personas, empresas, organizaciones, gobiernos y entidades supranacionales a volvernos a adaptar para no dejar a nadie atrás, como nos recuerdan los ODS de Naciones Unidas, que seguramente han ganado mayor protagonismo desde el inicio de la pandemia que en su aprobación en 2015.
El COVID-19 ha alterado futuros de progreso y ha dejado en el camino muchos sueños compartidos. El impacto en vidas humanas y la crisis sanitaria, económica y social está siendo muy dolorosa, pero a pesar de las dificultades, la esperanza sigue estando en las personas, aunque algunos sigan primando el interés personal por encima del bien común, incumpliendo las recomendaciones sanitarias, saltándose turnos de vacunación o no empatizando con los que lo pasan peor.
Con el inicio de la pandemia en marzo de 2020, la colaboración volvió a ser un atributo común para muchos que lo habían dejado en un segundo lugar. Las empresas españolas, ya fueran grandes y pymes, se movilizaron para comprar y distribuir material sanitario, adaptaron su producción a las necesidades del momento (respiradores, geles hidroalcohólicos, mascarillas o equipos de protección) o colaboraron económicamente para cubrir necesidades. ONG como Médicos del Mundo y Médicos Sin Fronteras pusieron a disposición de la sociedad española su conocimiento en terreno en gestión de crisis sanitarias para ayudar a los gobiernos autonómicos en la gestión sanitaria y en el cuidado de los mayores que estaban en las residencias. Campañas como las de Cruz Roja Responde movilizaron a empresas, a dos iconos cono Rafa Nadal y Pau Gasol, otros deportistas y famosos para recaudar más de 48 millones de euros, impactando en 2,5 millones de personas y movilizando a más de 60.000 voluntarios.
A nivel individual se crearon redes vecinales que ayudaban a hacer la compra a las personas mayores que no podían salir a la calle o como la ONG Amigos de los Mayores, adaptaron su atención a #Llamadascontraelsilencio, iniciativa a través de la cual los voluntarios de la asociación realizaban más de 4.000 llamadas semanales a unos 2.000 mayores para que no se sintieran solos en el confinamiento.
Por otra parte, las campañas digitales de las Entidades No Lucrativas (ENL) han ganado mayor protagonismo como la lanzada por Stockcrowd www.contraelcoronavirus.org, a través de la que se han recaudado 2.285.000 euros durante 2020 para 50 organizaciones que luchaban por mitigar el impacto del COVID-19. Al igual que la plataforma de microdonaciones Migranodearena.org que con la iniciativa digital #coronaretos, logró 1.875.000 euros entre 12.000 donantes durante el año pasado para colaborar con 160 campañas.
La buena noticia es que el compromiso de los españoles con las Entidades No Lucrativas se ha mantenido en un año muy complicado por la pandemia. Así, más de un tercio de los ciudadanos ha colaborado económicamente con alguna ENL durante los últimos 12 meses, lo que supone un 37% de la población, según el estudio 'Perfil del Donante 2020' que hemos elaborado desde la Asociación Española de Fundraising (AEFr) en colaboración con Kantar, porcentaje similar al del estudio de 2018, que fue del 36%.
Entre los españoles que donaron a alguna entidad del Tercer Sector, un 24% (9,7 millones de personas) lo hace de manera regular y un 13% de la población (5,2 millones) ha donado a alguna causa vinculada con el COVID-19 en un año marcado por la pandemia. En total, 15 millones de personas han colaborado con alguna entidad durante 2020, frente a los 14,3 millones de 2018, y su contribución seguirá siendo fundamental durante 2021 para reducir las consecuencias de la crisis económica y social.
Desafíos
El rol social de las Entidades No Lucrativas sigue más vivo que nunca. Gracias a ese compromiso, el movimiento 0,7% logró en 1994 que el Gobierno destinara ese porcentaje a la cooperación al desarrollo. Desde entonces, el Tercer Sector se ha ido adaptando a la realidad del momento. Hasta la crisis del 2008, posiblemente, se veía más necesario fuera de nuestras fronteras que en nuestro país, nada más lejos de la realidad, pero desde hace una década las ONG siguen cubriendo las necesidades que las administraciones públicas no pueden alcanzar. Los datos no engañan, y como Oxfam Intermon nos acaba de recordar, 790.000 personas habrían caído en la pobreza severa en España debido a la COVID-19 y podría alcanzar a 5,1 millones.
La crisis de la pasada década inició un camino de reinvención en las Entidades No Lucrativas, al descender la financiación gubernamental, lo que provocó que todas se volvieran hacia la captación y fidelización de socios. La pandemia ha supuesto otro punto de inflexión: la adaptación a la digitalización al reducirse uno de los principales canales de captación, el denominado face to face o diálogo directo, frenado por las medidas de distancia social por la pandemia.
Por eso, el Tercer Sector se encuentra ante un momento único para apostar por la innovación y que le ayude a despertar el interés de nuevos públicos por las causas sociales y las organizaciones, nuevas maneras de relacionarse con los ciudadanos, nuevos modelos de partenariados corporativos, nuevas maneras de colaboración ciudadana con las ONG y nuevas formas de comunicarse con la sociedad, tanto en la forma como en el contenido.
Y en todos estos retos, los canales digitales van a jugar un papel esencial. Para ello será necesario definir estrategias de fundraising digital claras, tener modelos de medición de resultados cada vez más estandarizados, conocer todas las herramientas y saber seleccionar las más adecuadas a nuevas entidades o integrar la digitalización a todos los niveles de la organización, no sólo el fundraising.
Y sin olvidarnos de que el propósito de las Entidades No Lucrativas se sigue cumpliendo por el compromiso de las personas por sus causas.